El ajedrez, ese juego que en casi todas las familias está, muchas veces olvidado entre los juegos de mesa, o en otras se sigue jugando. O incluso algunos lo juegan en sus smartphones ya; es una de las más valiosas herramientas para la formación de un niño.
El juego tiene origen hace miles de años en la India, y a lo largo del tiempo, el juego evolucionó y se difundió a otras partes del mundo, especialmente a Europa, donde sus reglas se modificaron hasta llegar a la versión que conocemos hoy.
Ilán Schnaider, el campeón infantil argentino, combina el estudio del ajedrez con sus obligaciones escolares
Desafíos nuevos para nuestros hijos en un mundo que aún no sabemos cómo será
El vertiginoso avance de la tecnología y la rapidez con que evoluciona nos invitan a imaginar un futuro en el que, dentro de diez o quince años, nuestros jóvenes deberán prepararse para profesiones y especialidades que aún no existen, utilizando herramientas que todavía no han sido inventadas, incluso.
En ese contexto, ¿qué padre no desearía que su hijo aprenda a pensar con independencia, a cultivar su creatividad y a desarrollar hábitos de pensamiento que le permitan enfrentar con autonomía los desafíos de un mundo en constante transformación?
La enseñanza del ajedrez en los establecimientos escolares
El ajedrez se enseña en las escuelas de más de 30 países, aunque varía si es de forma obligatoria o extracurricular.
En Rusia el ajedrez es parte de la currícula escolar desde hace más de 40 años. Otros países con programas escolares de ajedrez incluyen a España, Hungría, Cuba, Venezuela, India, México y nuestro vecino Chile (desde este mismo año).
“Cuando juego al ajedrez me gusta pensar, calcular y planificar, tal vez por eso me gustan mucho las matemáticas; creo que son muy parecidos y los ejercicios de la escuela me parecen muy fáciles”, contó Ilan Schnaider, campeón argentino infantil en una nota de Infobae de hace unos años.
El ajedrez puede ser, al mismo tiempo, un juego sencillo y entretenido para niños y adultos, un deporte apasionante para los jóvenes competidores, y una poderosa herramienta pedagógica de enorme valor educativo, terapéutico y social, tal como lo confirman numerosos estudios e investigaciones científicas.
Por eso, desde estas páginas, exhortamos a los responsables de la educación pública y privada que propicien la enseñanza del ajedrez, que nos acompaña desde hace más de 15 siglos, y sigue siendo el juego-ciencia más emblemático y útil de todos.
Razones para jugarlo con tu hijo (o nieto)
Orlando Cervantes propone en una publicación suya un compendio con 22 habilidades y valores que tu hijo puede desarrollar jugando ajedrez, avaladas por psicólogos, pedagogos y entrenadores profesionales:
1. Pensamiento Crítico: Aprende a analizar causas, consecuencias y a evaluar opciones. No mueve por mover.
2. Resolución de Problemas: Cada partida es un rompecabezas donde la mejor jugada rara vez es la obvia.
3. Control del Impulso: El ajedrez obliga a pensar antes de actuar. Se gana aprendiendo a esperar.
4. Gestión del Tiempo: Los relojes enseñan a pensar con presión y decidir con inteligencia emocional.
5. Atención y Concentración: Un solo error por falta de atención... y jaque mate. Aprenden a enfocarse.
6. Tolerancia a la Frustración: Pierdes, aprendes. No hay excusas. Solo mejora. Esto fortalece la resiliencia.
7. Toma de Decisiones: Cada movimiento implica asumir riesgos. Enseña a decidir con lógica, no con miedo.
8. Respeto por las Reglas: Sin reglas, no hay juego. El ajedrez es orden, y el orden construye sociedad.
9. Mejora de la Memoria: Recuerdan patrones, aperturas, posiciones, errores… y aprenden de todos.
10. Razonamiento Matemático: Juegan con patrones, simetría, combinaciones. ¡Aritmética pura sobre el tablero!
11. Desarrollo del Lenguaje: Al explicar jugadas o analizar partidas, amplían vocabulario y argumentan mejor.
12. Imaginación y Creatividad: Visualizan jugadas antes de hacerlas. ¡Crean su mundo 8x8!
13. Autoevaluación: ¿En qué fallé? ¿Qué puedo mejorar? Se vuelven auto-críticos, pero constructivos.
14. Capacidad de Escuchar y Aprender: Reciben consejos, los aplican y los analizan. Escuchan más, hablan mejor.
15. Disciplina: El progreso solo viene con práctica y constancia. No hay atajos.
16. Pensamiento Autónomo: No necesitan copiar. Tienen que pensar por sí solos, sin depender de nadie.
17. Habilidades Sociales: Juegan, comparten, ganan, pierden. Aprenden a convivir, aún en competencia.
18. Regulación Emocional: No se puede tirar el tablero. Hay que respirar y seguir. El tablero enseña paz.
19. Anticipación: Ven lo que puede pasar, no lo que ya pasó. Piensan varios pasos adelante.
20. Empatía: Aprenden a ponerse en el lugar del otro: “¿Qué jugaría mi rival ahora?”
21. Humildad: Un niño puede ganarle a un adulto. En el ajedrez, el ego se entrena o se cae.
22. Metacognición: Aprenden a pensar sobre cómo piensan. Una habilidad dorada para toda la vida.
¿Aún crees que el ajedrez no sirve?