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Los Derechos Humanos Modernos e Isabel la Católica

La verdad detrás de la Leyenda Negra

A lo largo de la historia, pocas campañas de manipulación política han tenido tanta perdurabilidad como la llamada “Leyenda Negra”. Este término describe el movimiento propagandístico iniciado en el siglo XVI por escritores y diplomáticos ingleses y holandeses, que buscaron desprestigiar al Imperio Español y debilitar su influencia global.

Ya entonces, las “fake news” eran tan eficaces como lo son hoy. Una mentira repetida mil veces —decía Goebbels siglos después— puede convertirse en verdad. Y así ocurrió: los enemigos de España supieron construir un relato donde la conquista y colonización americana fueron descritas como sanguinarias y crueles, borrando deliberadamente el contexto histórico y la visión del mundo de la época.

 

Un relato ideológico que aún perdura

Sorprende comprobar que, cinco siglos más tarde, ese relato siga vigente, repetido con fervor por corrientes progresistas latinoamericanas que lo asumen como dogma. Sin embargo, cuando los hechos se contrastan con la evidencia histórica, la supuesta brutalidad española palidece frente a los horrores cometidos por otras potencias europeas.

Inglaterra, Francia y Holanda —los principales promotores de la Leyenda Negra— también arribaron a las costas americanas tras el descubrimiento de Colón. Pero su método fue diametralmente opuesto: conquistaron a sangre y fuego, y exterminaron a casi todas las poblaciones indígenas.

De acuerdo con estudios de la University College London (UCL), los colonos europeos en América del Norte mataron a más de 56 millones de indígenas en un siglo, provocando la desaparición de culturas enteras y la reforestación natural de vastos territorios agrícolas.

De este verdadero genocidio casi no se habla. La atención se centra, sin fundamentos sólidos, en un supuesto “genocidio español”, repetido sin análisis por quienes, paradójicamente, ignoran los hechos.

 

Epidemias y malentendidos históricos

Se argumenta sobre el descenso de la población americana luego de la llegada de Colón. Y es cierto: Los europeos (españoles, ingleses, franceses y portugueses) trajeron enfermedades como la viruela, el sarampión y la gripe, que causaron una devastación masiva entre los pueblos indígenas, que carecían de la inmunidad natural, y resultó en epidemias de alta mortalidad.

A diferencia de lo ocurrido en Norteamérica, España no empleó la espada como política de exterminio. Y sin embargo, la Leyenda Negra insiste en esa falsedad, sin pruebas históricas ni documentos que la respalden.

 

La realidad precolombina: un continente en guerra

Otro mito sostenido por esta narrativa es que América, antes de la llegada europea, era un paraíso en paz, habitado por pueblos armoniosos y solidarios. Nada más lejos de la realidad.

En el actual territorio mexicano, el Imperio Azteca se encontraba en plena expansión, sometiendo con violencia a las antiguas ciudades mayas y a otras culturas. Las guerras eran continuas, los sacrificios humanos cotidianos y la antropofagia ritual un acto aceptado. Los vencidos eran esclavizados o sacrificados para aplacar la ira de los dioses.

Cuando los españoles llegaron, muchos pueblos indígenas vieron en ellos una oportunidad de liberación frente al genocidio en marcha de los aztecas. Así lo entendieron los tlaxcaltecas, totonacas y otros pueblos que se unieron voluntariamente a Hernán Cortés.

Más al sur, el Imperio Inca seguía un patrón similar: avanzaba a sangre y fuego, sometiendo tribus y culturas enteras. La violencia no llegó con Europa: ya estaba arraigada en la estructura política y religiosa de América precolombina.

 

Acto cívico en una de las reservas Sioux en U.S.A.

 

Demografía y contraste: el norte y el sur

La evidencia demográfica habla por sí sola. En América del Norte, las antiguas naciones navajo, apache, sioux, cheyenne o cherokee fueron aniquiladas casi por completo por los colonos ingleses y franceses. Hoy sobreviven apenas unos pocos cientos de miles de personas en reservas. Sólo en lo que fue parte de los reinos de América españoles (de California, Nevada, Utah, Arizona, Nuevo México, Colorado, Wyoming y Texas) que fueron conquistados por Estados Unidos a México, guerra mediante, en 1848, casi 200 años después, sigue compuesta por los residentes de esos virreinatos y luego mexicanos, producto del mestizaje impulsado por la corona española. Los “latinos”, como hoy se los llama. 

En cambio, en Hispanoamérica (que debería estar más diezmada aún, si fuera cierta la Leyenda Negra tan aceptada hasta por algunos “investigadores” que sostienen el relato ideológico sin respeto a la Historia), hay decenas de millones de descendientes directos de los pueblos indígenas precolombinos. La razón es sencilla: la colonización española fue integradora, no exterminadora.

España no buscó borrar al indígena, sino incorporarlo al nuevo orden social y cristiano. Por mandato de los Reyes Católicos, los pueblos conquistados fueron reconocidos como súbditos de la Corona, con derechos y obligaciones. De allí surge una de las primeras manifestaciones del pensamiento que siglos después llamaríamos “derechos humanos”.

 

Hernán Cortés y el mestizaje

Un ejemplo notable de esta política de integración fue el propio Hernán Cortés. Cortés (esto también se lo oculta cuando se habla de la conquista y colonización española) luego de la rendición de los Aztecas y llegar a la ciudad capital del imperio, Tenochtitlan, conoció a Isabel (nombre cristiano de la hija de Moctezuma II) de quien se enamoró. Fue tratada como noble en la corte española. Su hija, Leonor Cortés Moctezuma, fue también reconocida así.

Este hecho simbólico refleja una verdad mayor: desde el siglo XVI, el mundo hispanoamericano comenzó a mestizarse cultural y biológicamente, dando origen a una civilización nueva, la Hispanoamérica, fundada sobre la dignidad humana y la fe católica, no sobre la segregación, moneda corriente en los dominios de sus vecinos Inglaterra, Francia y Portugal (que aceptaba la escalvitud, y también en sus calles se demuestra hoy).


El milagro guadalupano: fe y unidad

En 1531, apenas unos años después de la llegada de los españoles a América con la cruz y la espada (así, en ese orden), donde la evangelización de los indios era una tarea principal indicada por la reina, ocurrió el milagro de la Virgen de Guadalupe, que marcó el inicio de una conversión masiva sin precedentes. Entre nueve y doce millones de indígenas abrazaron el cristianismo en menos de una década.

La aparición de la Virgen morena sobre el manto de Juan Diego simbolizó la unión entre dos mundos: el europeo y el americano. Fue un evento transformador, y el hecho milagroso de impresión de la imagen de la Virgen en la tilma, y la conservación de esta tela vegetal por 500 años actualizan el milagro, inexplicable.

Pero algunos autores señalan que el verdadero milagro guadalupano está en esa conversión que indicó al mundo la preferencia de Nuestra Madre por la tarea evangelizadora en el Nuevo Mundo. Desde entonces, la Virgen de Guadalupe es patrona de México y de toda América Latina, es un símbolo de identidad compartida.

 

Las Leyes de Indias: un hito jurídico y moral

Pero más allá del sentimiento religioso, lo que distingue también a la empresa española de cualquier otra colonización europea fue su marco legal y moral.

En el Archivo de Indias de Sevilla se conserva una de las legislaciones más avanzadas de su tiempo: las Leyes de Indias. Este cuerpo jurídico, promulgado a lo largo de los siglos XVI y XVII, estableció principios revolucionarios para la época: Prohibición de la esclavitud indígena, derecho a la propiedad y a la remuneración por el trabajo; evangelización sin coacción; y la protección de las comunidades nativas y sus costumbres, entre muchas otras.

Ninguna potencia europea —ni Inglaterra, ni Francia, ni Holanda— implementó algo semejante durante los tres siglos siguientes. Esto también los llevó a armar la Leyenda, la fake new más nefasta, que aún daña y divide a los pueblos hispanoamericanos que, paradógicamente, odian a los que la crearon.

 

Isabel la Católica y el germen de los derechos humanos

Pero mientras se efectivizaba el genocidio en Norte América, la corona española avanzaba con legislación que permitiera en las nuevas tierras instaurar la ciudad católica, con nueva legislación. El espíritu de estas leyes tiene su raíz en la visión cristiana y humanista de Isabel la Católica. Su concepción del poder no se basaba en la dominación, sino en el deber moral.

Las Leyes de Indias, la más completa y revolucionaria legislación moderna que contempla lo que hoy llamamos “derechos humanos”, justamente por su visión católica del orden social, y que para su época ningún país occidental reglamentaba, aún durante más de 300 años después, era la regla, no la excepción.

Luego, con la llegada de los Borbones (franceses) muchas cosas cambiaron, si. Pero la tarea de transformar un continente en un mundo civilizado, con escuelas, universidades, hospitales, catedrales y una cultura en base a la Doctrina de Cristo estaba hecha.

En este punto, claro, los escépticos les dirán que tales indicaciones o legislación llegaron tarde, o nunca llegaron incluso. Pero como muestra de lo que luego, por cientos de años serían los reinos de Indias, están las “instrucciones” de 1501.

Ese año, a menos de 10 años del descubrimiento de América, los Reyes Católicos enviaron instrucciones a Fray Nicolás de Ovando, gobernador de La Española (actual República Dominicana y Haití). Aquel documento, firmado en Granada, constituye un verdadero manifiesto de ética política: ordenaba tratar bien a los indios, evangelizarlos con respeto, pagarles justamente y castigar toda injusticia, entre otras instrucciones.

Es uno de los primeros textos fundacionales del pensamiento jurídico moderno, y anticipa los principios universales de dignidad, libertad y justicia que siglos después inspirarían la Declaración de los Derechos Humanos.

Imagen de Nicolás de Ovando y la vida en La Española  (circa 1510)

 

Más allá de la propaganda

Por supuesto, la historia española en América no estuvo exenta de abusos, errores y contradicciones. Los hubo, y fueron denunciados por figuras como Fray Bartolomé de las Casas, cuyas críticas, lejos de ser censuradas, fueron escuchadas en las cortes y dieron origen a reformas legales.

El hecho de que un fraile pudiera elevar una denuncia contra los abusos del poder y ser oído por la monarquía es, en sí mismo, prueba de una civilización distinta. Algo que jamás hubiera podido hacer en las Cortes inglesas nadie, ya que la orden era la conquista y la exterminación del indígena.

 

Las Instrucciones de los Reyes a Fray Nicolás de Ovando:

Texto traducido al español actual:

El documento original, fechado en Granada el 16 de septiembre de 1501 y conservado en el Archivo General de Indias (Patronato Real, legajo 1, ramo 2), lleva la firma de los Reyes Católicos y el refrendo de Gaspar de Grycio. Su contenido puede resumirse así, en español actual:

1. Promover el culto divino y la moral cristiana

Debes procurar con diligencia que en aquellas tierras se sirva a Dios con devoción y respeto, y que los oficios religiosos se celebren con decoro. Los pobladores cristianos deben dar buen ejemplo a los naturales.

2. Convertir a los indios sin uso de la fuerza

Deseamos que los indios se conviertan a nuestra Santa Fe Católica y que sus almas se salven, pero esto ha de lograrse sin coacción, con amor y enseñanza de los religiosos, dando tú todo el apoyo necesario para ello.

3. Paz, justicia y buen gobierno

Procurarás que todos los habitantes vivan en paz y concordia, administrando justicia igual para todos, sin distinción de personas. Deberás nombrar buenos y honrados oficiales, y castigar con equidad todo delito.

4. Buen trato y libertad de los indígenas

Cuidarás de que los indios sean bien tratados, que puedan moverse libremente por toda la tierra, y que nadie les haga daño, robo ni violencia. Impondrás castigos ejemplares a quien los maltrate.

5. Restitución de bienes y protección de las mujeres

Nos informan que algunos cristianos han tomado a las indias o a sus hijas por fuerza. Ordenarás que se les devuelva todo lo que se les haya quitado contra su voluntad y prohibirás, bajo graves penas, que vuelva a suceder. Si algún español desea casarse con una india, deberá hacerlo con libre consentimiento de ambas partes.

6. Tributos justos y acordados

Los indios deberán pagar tributos como los demás vasallos de Castilla, pero estos se fijarán con justicia y de común acuerdo con los caciques, de modo que no haya agravio ni injusticia.

7. Trabajo remunerado, no servidumbre

Podrán trabajar en las obras del servicio real, pero siempre mediante un pago justo, según el trabajo y las condiciones del lugar. No deben ser forzados injustamente ni tratados como esclavos.

8. Prohibición de armar a los indios

Para mantener la paz, está prohibido que los cristianos vendan o entreguen armas a los indios. Si se encontraran, deberán retirarse de manera justa y segura.

9. Control de emigrantes y fe

No permitirás que pasen a las Indias moros, judíos, herejes o recién convertidos sospechosos en la fe, salvo esclavos nacidos en poder de cristianos. Así se asegura la unidad religiosa en los nuevos territorios.

10. Cumplimiento fiel de la instrucción

Todo lo aquí dispuesto cumplirás con fidelidad, para lo cual te otorgamos poder pleno, actuando siempre en servicio de Dios y de la Corona.

Firmado: Fernando e Isabel, Reyes de Castilla y de Aragón.

Este texto puede considerarse una carta fundacional de derechos para los habitantes del Nuevo Mundo, semilla de la Hispanidad. Su existencia desmiente de raíz la visión deformada de la historia que la Leyenda Negra difundió por Europa. España no fue perfecta, pero sí fue pionera en legislar por la dignidad del hombre, cualquiera fuera su origen o color, y aún hoy podemos verla en cada país y ciudad de Hispanoamérica.


Isabel y la raíz de la dignidad humana en América

Cinco siglos después, el resultado está a la vista: un continente hispanoamericano unido por la lengua, la fe y una visión común de la vida. Universidades, hospitales, escuelas y catedrales se alzaron sobre las ruinas de los sacrificios humanos, y de esa fusión nació la cultura hispánica. España no destruyó América: la transformó.

Las Leyes de Indias, no fueron solo una norma jurídica, sino un principio civilizatorio. Frente a la barbarie, ofreció cultura; frente a la esclavitud, dignidad; frente a la oscuridad, la luz de la conciencia cristiana.

Y aunque la propaganda aún repita viejos dogmas mendaces, la verdad histórica sigue ahí, esperando ser redescubierta hoy por todos los hombres de buena voluntad.

Los Derechos Humanos Modernos e Isabel la Católica
El Cristiano 30 de octubre de 2025
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