Drones sobrevolando territorio libanés
Drones israelíes volaron con intensidad y a baja altitud sobre los pueblos de Al-Zahrani, en el sur del Líbano, así como sobre Beirut y sus suburbios meridionales, y bombardearon enclaves ciudadanos, según informó la agencia oficial libanesa NNA.
Ataques contra “infraestructura terrorista”
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) informaron que llevaron a cabo ataques contra la “infraestructura terrorista” del grupo Hizbulá en el sur del Líbano. Según su comunicado, el grupo se estaría reorganizando en esa zona, lo que —afirman— constituye una violación del acuerdo entre ambos países.
“La presencia de instalaciones de infraestructura de terrorismo y la actividad de la organización terrorista Hizbulá constituyen una violación del acuerdo entre Israel y el Líbano”, señalaron las FDI.
Un alto el fuego cada vez más frágil
El alto el fuego entre Hizbulá e Israel, vigente desde el 27 de noviembre de 2024, puso fin a los enfrentamientos transfronterizos iniciados tras el comienzo de la guerra en Gaza.
Sin embargo, pese a la tregua, Israel ha lanzado ataques ocasionales dentro del territorio libanés, alegando que se trata de operaciones contra “amenazas” del grupo chiita.
Aun así, el Ejército israelí mantiene tropas en cinco posiciones a lo largo de la frontera, incumpliendo el plazo del 18 de febrero para una retirada total.
Si se incumple reiteradamente lo acordado, jamás se podrá obtener la paz que necesitan los que habitan en esa zona del Líbano.
¿Paz o estrategia política?
La comunidad internacional se pregunta si al primer ministro Benjamín Netanyahu le interesa realmente alcanzar la paz o si su apoyo al alto el fuego en Gaza responde más a una estrategia de imagen internacional.
Con un acuerdo vigente, Israel ha vuelto a cruzar las fronteras de otro país para atacar supuestos “objetivos”, sin consultar con las autoridades libanesas ni con Estados Unidos, al menos, que ha trabajado intensamente por una salida diplomática al conflicto.
El costo político y humano
El mundo está cansado de las muertes, y muchos reclaman a Netanyahu encauzar sus legítimas preocupaciones de seguridad por la vía diplomática, antes que militar.
A esto se suma un contexto político tenso: las próximas elecciones israelíes podrían estar influyendo en estas acciones, según señalan opositores que acusan al gobierno de buscar rédito electoral mediante operaciones bélicas.
En última instancia, será la ciudadanía israelí la que juzgue si tanta sangre —de civiles y soldados— tuvo sentido, o si la oportunidad de trabajar diplomáticamente junto a quienes ofrecieron mediación y esfuerzo una ver más fue desperdiciada. Son muchos los años que se cuentan en un conflicto que alguna vez tiene que terminar, y sin dudas la única salida es un acuerdo que todas las partes cumplan, privilegiando únicamente a los pueblos, las mayores víctimas de sus ambiciones.