Una tradición alterada por decreto
Nicolás Maduro, decretó nuevamente el inicio anticipado de la Navidad, esta vez desde el 1 de octubre. Con actos oficiales, decoraciones en las principales avenidas de Caracas y eventos públicos, el gobierno busca instalar un ambiente festivo en medio de un contexto económico y político complejo.
No es la primera vez que el mandatario toma esta decisión. En años anteriores ya había ordenado adelantar la temporada navideña, medida que se ha convertido en una constante durante su gestión.
Rechazo de la Iglesia católica
La Conferencia Episcopal de Venezuela (CEV) expresó su desacuerdo con el anuncio, señalando que la Navidad no puede utilizarse con fines políticos ni propagandísticos. Los obispos recordaron que esta festividad tiene un profundo sentido religioso, vinculado al nacimiento de Jesucristo, y que no puede reducirse a un recurso de consumo o entretenimiento.
La Iglesia ha reiterado esta postura en cada ocasión en que el gobierno decretó el adelanto de las celebraciones, incluida la más reciente en octubre de este año.
Argumentos oficiales
Según Maduro, la decisión busca generar un impacto positivo en la economía y la vida cultural del país. El mandatario afirmó que el adelanto de la Navidad fomenta la alegría, la felicidad y el consumo interno, lo que —en su visión— representa un alivio en tiempos de crisis.
“El adelanto ha caído muy bien para la economía, la cultura y la alegría de los venezolanos”, declaró el presidente en uno de los actos de lanzamiento de la temporada.
Un país en crisis
El inicio temprano de la Navidad ocurre en un contexto marcado por la inflación, la escasez de productos básicos y las tensiones políticas. A esto se suma la creciente presión internacional y la presencia militar de Estados Unidos en cercanías de las costas venezolanas.
Pese al ambiente festivo que intenta promover el gobierno, amplios sectores de la población denuncian que las dificultades cotidianas no pueden resolverse con luces ni adornos.
Entre propaganda y fe
Diversos analistas coinciden en que el adelantamiento de la Navidad responde a una estrategia propagandística. El objetivo sería generar una sensación de normalidad y optimismo en un país atravesado por severos problemas sociales y económicos.
Mientras tanto, la Iglesia insiste en que la celebración del nacimiento de Cristo debe vivirse en su tiempo litúrgico y no como una herramienta de manipulación política.
El autoritarismo que se disfraza de fiesta
La megalomanía del régimen queda expuesta en esta decisión. Maduro, como un nuevo Enrique VIII, decide sobre la religión. Y se atribuye la potestad de manipular los tiempos litúrgicos, como si la fe del pueblo pudiera moldearse a su antojo. Se trata de una forma más de control ideológico, en la que se utiliza lo más sagrado para consolidar un poder ilegítimo.
El pueblo católico, que resiste en medio de la persecución y las carencias, contempla con dolor cómo la Navidad se convierte en un instrumento político.
Como en el cuento del rey desnudo, todos saben que se trata de un engaño, pero pocos se atreven a señalarlo.
