Una cumbre clave en medio del nuevo impulso del Gobierno
El presidente Javier Milei encabeza en la Casa Rosada una reunión ampliada con gobernadores provinciales, en un gesto político que busca enviar un mensaje de unidad nacional y reafirmar el compromiso con la búsqueda de consensos de cara al segundo tramo de su gestión.
El encuentro marca un momento político relevante para el oficialismo, luego de las tensiones iniciales del año y en el contexto de una nueva etapa de diálogo que el Gobierno impulsa para consolidar la gobernabilidad y articular políticas de Estado.
Milei, rodeado por todo su Gabinete
El jefe de Estado acompañado por buena parte de su equipo más cercano tiene un objetivo claro: mostrar cohesión interna y fortaleza institucional, al tiempo que el Gobierno busca proyectar una imagen de apertura y coordinación con los gobiernos provinciales.
Veinte gobernadores confirmados
El Ejecutivo nacional convocó a 20 gobernadores calificados como “dialoguistas”, con quienes pretende abrir una nueva etapa de cooperación política y económica. La reunión es un punto de partida para definir una agenda común que contemple reformas estructurales, acuerdos fiscales y la promoción de inversiones.
En paralelo, la Casa Rosada decidió no invitar a cuatro mandatarios que mantienen una postura crítica y confrontativa con la actual administración. Entre ellos figura el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, cuya ausencia fue explicada directamente por Francos.
Los ausentes: Kicillof y tres aliados del kirchnerismo
En declaraciones televisivas, Guillermo Francos fue claro:
“El Presidente quiere conversar con todos, menos con aquellos que tienen ideas totalmente opuestas a las nuestras. Kicillof ha cuestionado todo lo que hace el Gobierno. No vale la pena convocar a quien no está dispuesto a analizar seriamente el momento que vive la Argentina”.
El jefe de Gabinete agregó que una reunión con el mandatario bonaerense podría darse más adelante, “siempre que haya temas concretos de gestión provincial que tratar”.
A Kicillof se suman Gildo Insfrán (Formosa), Gustavo Melella (Tierra del Fuego) y Ricardo Quintela (La Rioja), tres gobernadores peronistas de fuerte vínculo con Cristina Fernández de Kirchner.
La sorpresa de la jornada fue la confirmación de la asistencia del gobernador de La Pampa, Sergio Ziliotto, quien pese a su filiación peronista, manifestó su disposición a participar del diálogo nacional convocado por la Casa Rosada.
La búsqueda de consensos: una nueva etapa política
El encuentro no sólo tiene valor institucional, sino también simbólico. Milei pretende reactivar los canales de diálogo con las provincias para avanzar en reformas estructurales, en particular en materia de empleo, gasto público y coordinación fiscal.
El mensaje subyacente es que la Argentina necesita superar la lógica del enfrentamiento permanente y dar paso a una etapa de cooperación política. “El país no puede seguir dividido entre bandos ideológicos que se anulan mutuamente”, señalan desde el entorno presidencial.
Unidad y madurez democrática: un reclamo social
La convocatoria refleja también un reclamo ciudadano cada vez más visible: la necesidad de unidad nacional. Tras un largo ciclo de polarización, la sociedad argentina parece exigir acuerdos básicos y políticas de Estado duraderas, que trasciendan el signo político de los gobiernos de turno.
La unidad, sostienen en el oficialismo, no significa uniformidad, sino consensos en torno a objetivos comunes: reducir la inflación, ordenar las cuentas públicas, garantizar la seguridad y promover el desarrollo productivo.
Un ejemplo de cooperación: el caso de Corea del Sur
Como recordatorio de que los acuerdos políticos son posibles, se cita con frecuencia el ejemplo de Corea del Sur, un país que, sin ser potencia, logró alcanzar un alto nivel de madurez cívica, también. Allí, hace más de 50 años existen planes de desarrollo que se renuevan y cumplen, son políticas de Estado, que permitieron un desarrollo económico y social que es ejemplo en el mundo.
Hoy, los partidos (dos son los principales) disputan el poder y proponen cómo implementarlos —en materia de educación, medio ambiente, salud o infraestructura—, pero siempre sin romper el marco común del interés nacional. Este sistema ha garantizado estabilidad, el crecimiento, la previsibilidad y una gobernanza adulta.
¿Podría la Argentina alcanzar algún día ese grado de madurez política? La pregunta, que parece utópica, no lo fue siempre: hubo momentos de nuestra historia en que el país supo construir consensos amplios y consolidar una convivencia cívica ejemplar.
Recuperar la vocación de grandeza
Durante buena parte del siglo XX, la Argentina fue vista en el mundo como un país próspero, estable y culto. Hoy, la urgencia de los tiempos parece haber relegado esa visión estratégica. Sin embargo, la historia demuestra que cuando los argentinos logran unirse en torno a objetivos compartidos, el progreso es posible.
El desafío del presente —y el mensaje que se espera de esta reunión en la Casa Rosada— es justamente ese: reconstruir la confianza entre el Estado nacional y las provincias, entre el gobierno y la oposición, entre la política y la ciudadanía.
Quizás, como en otros momentos de nuestra historia, este encuentro marque el inicio de un nuevo ciclo de convivencia democrática. Uno donde los argentinos, más allá de las ideologías, puedan volver a creer en un país posible, unido y próspero.