Un regreso histórico al altar de la Cátedra
El Cardenal estadounidense Raymond Leo Burke, prefecto emérito de la Signatura Apostólica, presidió el sábado 25 de octubre una solemne Misa tradicional en latín en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, ante miles de fieles que colmaron el templo.
El hecho tuvo un valor simbólico especial: era la primera vez, desde 2022, que la Basílica acogía una celebración de este tipo, tras años de ausencia de la liturgia tradicional durante las peregrinaciones Summorum Pontificum.
La Misa Pontifical, una celebración mayor en el rito latino presidida por un obispo, tuvo lugar en el Altar de la Cátedra, en el marco del segundo día de la 14ª Peregrinación Summorum Pontificum, que se desarrolló del 24 al 26 de octubre. Burke ya había celebrado en el mismo altar durante la edición de 2014.
Peregrinación Summorum Pontificum: fidelidad a la tradición
Cada año, esta peregrinación lleva a los fieles ad Petri Sedem (“a la Sede de Pedro”), como testimonio de la comunión y del apego de numerosos católicos en todo el mundo con la liturgia tradicional del Rito Romano.
El sitio oficial del evento recuerda que esta cita busca reafirmar la continuidad viva de la fe, celebrando la herencia litúrgica que, por siglos, ha alimentado la vida espiritual de la Iglesia.
Burke, reconocido como uno de los principales defensores del rito tradicional y, al mismo tiempo, una de las voces críticas más respetuosas del pontificado anterior, mantuvo en los últimos años un diálogo constante con el Papa León XIV.
Ambos se reunieron el 22 de agosto en una audiencia privada, y un mes antes el Santo Padre le había enviado una carta de felicitación por sus 50 años de sacerdocio.
En junio, el cardenal reveló que había pedido al Papa la revisión de las restricciones impuestas a la celebración de la Misa tradicional en las diócesis, una petición largamente esperada por fieles de distintos países.
Un signo de esperanza
Para muchos, la celebración de una Misa Pontifical Solemne en San Pedro fue vista como una señal de apertura y reconciliación litúrgica. El sitio Rorate Caeli, dedicado a la Misa tradicional, calificó el hecho como un “signo importante” de tolerancia hacia una forma litúrgica que fue limitada por el Papa Francisco, luego de la reglamentación que Benedicto XVI había realizado a través del motu proprio "Summorum Pontificum". Benedicto XVI estableció que el rito romano tiene dos formas de celebración, una ordinaria (la Misa actual) y una extraordinaria (la Misa en latín según el misal de 1962). No se trataba de dos ritos distintos, sino de dos expresiones de la misma liturgia romana.
La homilía: un canto a la tradición viva
En su homilía, el Cardenal Burke expresó con emoción:
“Es motivo de profunda alegría para mí celebrar la Misa Pontifical en el Altar de la Cátedra de San Pedro, como culminación de la Peregrinación Summorum Pontificum 2025. La ofrezco por los fieles de todo el mundo que se esfuerzan por preservar y promover la belleza del Usus Antiquior del Rito Romano.”
El purpurado recordó que la Misa se celebraba “según la forma más antigua del Rito Romano”, en coincidencia con el 18° aniversario del Motu Proprio Summorum Pontificum (2007), con el que el Papa Benedicto XVI había restablecido la posibilidad de celebrar libremente esta liturgia “en uso desde los tiempos de San Gregorio Magno”.
“En el privilegio de participar en el Santo Sacrificio de la Misa de hoy —continuó Burke— no podemos olvidar a los fieles que, a lo largo de los siglos, han encontrado al Señor y han profundizado su vida espiritual a través de esta venerable forma del Rito Romano. Muchos se inspiraron en ella para alcanzar el heroísmo de la santidad, incluso hasta el martirio.”
El cardenal también evocó con gratitud a quienes crecieron orando con el Usus Antiquior:
“Aquellos de nosotros que fuimos formados en esta liturgia sabemos cuánto nos ayudó a mantener la mirada fija en Jesús, especialmente en el discernimiento de nuestra vocación.”
La Virgen de Fátima y el centenario de su mensaje
Centrando su reflexión en la figura de la Virgen María, Burke recordó que “somos hijos e hijas de María en su Hijo, Dios hecho Hombre”.
“Con maternal solicitud —dijo—, ella atrae nuestros corazones a su Inmaculado Corazón y nos conduce al de su Hijo, instruyéndonos con las mismas palabras que en Caná: ‘Haced lo que Él os diga’.”
El cardenal señaló además que el año 2025 marca dos aniversarios significativos: los 100 años de las apariciones de la Virgen de Fátima a Sor Lucía en España y los 100 años de la encíclica Quas Primas del Papa Pío XI, con la que se instituyó la fiesta de Cristo Rey.
Recordó que la Virgen de Fátima “desea protegernos del mal del comunismo ateo, que aparta los corazones del Corazón de Jesús y los lleva a rebelarse contra Dios y contra el orden que Él mismo ha inscrito en la creación”.
Asimismo, advirtió sobre “la influencia de la cultura atea incluso dentro de la Iglesia, que ha llevado a muchos a la confusión, la tibieza y el abandono de las verdades de la fe católica”.
La Misa: el tesoro inmutable de la Iglesia
La Santa Misa es el tesoro más grande de la Iglesia, inmutable en su esencia desde hace dos mil años. Y debemos saber que su forma no altera su fondo. Es Nuestro Señor quien se hace presente en cuerpo, sangre, alma y divinidad, y el sacerdote es Él mismo, que renueva el Sacrificio del Calvario en cada celebración.
Y es en cada Misa, desde hace dos mil años, que la Humanidad recibe la Gracia más grande del universo, y su forma actual, así como la de los primeros cristianos, o la que durante siglos celebraron santos como San Agustín, San Francisco, Santo Tomás de Aquino, o San Pío de Pietrelcina, es el reflejo del legado histórico de nuestra Fé.
Conservar el rito latino, como lo quisieron San Juan Pablo II y Benedicto XVI es no sólo fortalecer nuestra Iglesia, sino, como nos pide León XIV, fortalecer la unidad misma de ella, ante los desafíos ideológicos que se ciernen en la Iglesia, el martirio silencioso en Africa y el mundo, o las batallas espirituales de cada creyente, que busca a Dios hecho hombre.