El Pontífice urge en un mensaje a priorizar la dignidad y las relaciones personales ante el auge tecnológico en la salud
En vísperas del Congreso Internacional “IA y Medicina: El desafío de la dignidad humana” que arrancó esta semana en Roma, el Papa León XIV ha lanzado un contundente mensaje: la inteligencia artificial debe servir al ser humano y nunca reemplazar el vínculo personal entre médico y paciente.
“Interactuamos con máquinas como si fueran interlocutores y nos convertimos casi en una extensión de ellas”, denuncia el Pontífice, alertando sobre el riesgo de “olvidar lo que es verdaderamente humano”.
El texto reconoce los “beneficios significativos” de la tecnología en salud, pero recuerda que los instrumentos actuales “son aún más poderosos” y pueden generar “un efecto devastador” si se usan con fines antihumanos.
Claves del mensaje papal:
- La dignidad humana es “ontológica” y no negociable.
- Los sanitarios son “guardianes de la vida” en sus etapas más vulnerables.
- La IA debe potenciar, nunca erosionar, la relación médico-paciente.
- Urge colaboración global ante los “vastos intereses económicos” en juego.
León XIV bendice el congreso –con ponentes de todos los continentes– y pide que sus frutos beneficien a “las muchas personas” que dependen de una medicina más humana y ética.
Texto completo del mensaje traducido al español:
MENSAJE DE SU SANTIDAD EL PAPA LEÓN XIV A LOS PARTICIPANTES EN EL CONGRESO INTERNACIONAL DE LA PONTIFICIA ACADEMIA PARA LA VIDA: “IA Y MEDICINA: EL DESAFÍO DE LA DIGNIDAD HUMANA”
[Pontificium Institutum Patristicum Augustinianum, 10-12 de noviembre de 2025]
Extiendo mis saludos orantes a todos los que participan en el Congreso Internacional titulado “IA y Medicina: El desafío de la dignidad humana”. En particular, me gustaría expresar mi gratitud y aprecio por el tema que han elegido considerar. La revolución digital está desempeñando un papel central en la configuración de lo que el Papa Francisco denominó un “cambio epocal”. Actualmente estamos presenciando un tiempo de nuevo avance tecnológico que es comparable a la Revolución Industrial en algunos aspectos, pero es más invasivo. Influye fuertemente en la forma en que pensamos, alterando nuestra comprensión de las situaciones y cómo nos percibimos a nosotros mismos y a los demás. Actualmente interactuamos con las máquinas como si fueran interlocutores, y así nos convertimos casi en una extensión de ellas. En este sentido, no solo corremos el riesgo de perder de vista los rostros de las personas a nuestro alrededor, sino de olvidar cómo reconocer y valorar todo lo que es verdaderamente humano.
No hay duda de que el desarrollo tecnológico ha traído, y continúa trayendo, beneficios significativos para la humanidad, particularmente en los campos de la medicina y la salud. Para garantizar un verdadero progreso, es imperativo que la dignidad humana y el bien común permanezcan como prioridades resueltas para todos, tanto individuos como entidades públicas. Es fácil reconocer el potencial destructivo de la tecnología e incluso de la investigación médica cuando se ponen al servicio de ideologías antihumanas. En este sentido, los eventos históricos sirven de advertencia: los instrumentos a nuestra disposición hoy son aún más poderosos y pueden producir un efecto aún más devastador en la vida de individuos y pueblos. Sin embargo, si se aprovechan y se ponen al verdadero servicio de la persona humana, estos efectos también pueden ser transformadores y beneficiosos.
Desde este punto de vista, considero de gran importancia su dedicación a explorar el potencial de la Inteligencia Artificial (IA) en la medicina. La fragilidad de la condición humana se manifiesta a menudo en el campo de la medicina, pero nunca debemos olvidar la “dignidad ontológica que pertenece a la persona como tal simplemente porque existe y es querida, creada y amada por Dios” (Declaración Dignitas Infinita, 7). Por esta misma razón, “los profesionales de la salud tienen la vocación y la responsabilidad de ser guardianes y servidores de la vida humana”, especialmente en sus etapas más vulnerables (Nota Antiqua et Nova, 71). Lo mismo se puede decir de aquellos que son responsables del uso de la IA en este campo. De hecho, cuanto mayor es la fragilidad de la vida humana, mayor es la nobleza requerida de quienes están encomendados a su cuidado.
El objetivo de proporcionar cuidado a los individuos enfatiza la naturaleza irremplazable de las relaciones humanas en este contexto. El profesionalismo médico, de hecho, requiere no solo la expertise específica necesaria, sino también la capacidad de comunicarse y estar cerca de los demás. Nunca puede reducirse meramente a resolver un problema. De manera similar, los dispositivos tecnológicos nunca deben restar valor a la relación personal entre pacientes y proveedores de salud. De hecho, si la IA ha de servir a la dignidad humana y a la provisión efectiva de atención sanitaria, debemos asegurar que verdaderamente potencie tanto las relaciones interpersonales como el cuidado proporcionado.
Dadas las vastas intereses económicos a menudo en juego en los campos de la medicina y la tecnología, y la subsiguiente lucha por el control, es esencial promover una amplia colaboración entre todos los que trabajan en el cuidado de la salud y la política que se extienda mucho más allá de las fronteras nacionales. Por esta razón, me complace saber que oradores de diferentes continentes y orígenes están presentes en su Conferencia.
Con estos sentimientos, sepan, queridos amigos, de mis oraciones para que esta Conferencia dé frutos abundantes para ustedes, sus colegas y las muchas personas que se beneficiarán de su compromiso competente y generoso. Les agradezco a todos e invoco sobre ustedes y sus familias la Bendición de Dios Todopoderoso.
Del Vaticano, 7 de noviembre de 2025.
Fuente: Exaudi