Ir al contenido

“¿Cuánto mal puede hacer una pildorita?” Mitos y verdades urgentes sobre los anticonceptivos

¿Te has planteado alguna vez que los anticonceptivos hormonales puedan tener efectos adversos? Seguro que sí, pero tantas veces hemos escuchado que nos han dicho que son insignificantes, que parece normal acostumbrarse un poco, al principio. Tal vez incluso alguna amiga te ha dicho que los ha superado.

Pero… quizás haya que pensárselo dos veces antes de usarlo. Una investigación reciente ha recopilado los efectos que tienen sobre el cuerpo de la mujer y sus relaciones de pareja. Aquí te hago un micro resumen de lo esencial de la investigación (aquí puedes ingresar si te interesa profundizar más).

 

Los anticonceptivos cambian el cuerpo

Como todos sabemos, la fisiología femenina está perfectamente sincronizada para que, cada cierto tiempo, se desprenda un óvulo que pueda ser acogido en caso de que sea fecundado. El cuerpo de la mujer se prepara para un embarazo exitoso.

Sin embargo, los anticonceptivos hormonales causan una reconfiguración de la reserva ovárica y del endometrio: al inhibirse el ciclo de maduración de los óvulos, la reserva ovárica pierde su capacidad de generar óvulos que puedan ser fecundados y se produce un cambio en las secreciones del moco en el tejido endometrial.

Este se vuelve «hostil» hacia los espermatozoides y la anidación. Estas dos cosas cambian a la mujer, y producen un deterioro que puede llegar a ser irreversible (¡Sí, irreversible!).

El cuerpo fértil será distinto y puede convertirse en un cuerpo infértil con un estado permanente y artificial de «no-óvulo» y además, casi siempre, continuando con el sangrado.

Los anticonceptivos… ¿compensan el riesgo?

Uhmmm, ahora uno ya se lo empieza a pensar… Además, si todos los fármacos tienen efectos adversos, los anticonceptivos hormonales también los tienen y algunos graves.

El riesgo de padecer cáncer de mama al cabo del tiempo puede aumentar entre 1.3 y 2.1 veces, lo mismo sucede con el cáncer de cuello cervical (hasta 1.6 veces) o los muy famosos riesgos de trastornos emocionales, incluido el riesgo de suicidio — que aumenta hasta 3.3 veces y el de depresión que aumenta 1.6 veces —. Y por supuesto, cuanto más joven es la mujer, el riesgo es mayor (hasta 4 veces).

Sin embargo, el efecto negativo más conocido es en la circulación sanguínea, con un aumento de la hipertensión y riesgo de formación de trombos o coágulos sanguíneos con el peligro que conllevan, que puede ser más de 9 veces. Pero no acaba aquí.

Si creíamos que los anticonceptivos te darían una salud reproductiva óptima para poder tener una sexualidad a demanda: ¡no es así! También son responsables de la pérdida de libido y satisfacción sexual.

¡Sorpresa! Lo que creíamos que iba a ser la solución se ha vuelto en un problema hoy y luego.

“Y ahora, ¿qué puedo hacer?”

Es la pregunta lógica, seguro que te lo has preguntado. Lo mejor es nunca tomarlos o, si los has tomado, dejar de tomarlos y buscar consejo médico para reconducir lo que le ha pasado a tu cuerpo. Luego, buscar otros métodos alternativos naturales que respeten el cuerpo y la ecología procreativa humana de la pareja.

Al mismo tiempo, reconstruir la relación y volver a afirmar la verdad del amor. ¿Te imaginas que alguien que te dijera «te quiero, pero no hables que no me gusta tu voz»?, o peor aún «no me interesa lo que dices».

Los anticonceptivos son lo mismo: «Te quiero, pero no que seas madre (o padre)» con lo que se acabara en una relación sexual de conveniencias: «te quiero, pero no del todo».

Si esto ha ocurrido, te reto a un esfuerzo de la imaginación: ¿Y si ese daño en la persona se pudiera curar con la generosidad hacia otros y la misericordia infinita de Dios? Date cuenta de que la sexualidad humana no es solo un acto físico, sino la unión de los nombres, las historias y las biografías de un hombre y una mujer, en un acto de donación completa del que Dios genera una nueva vida cuando se fecunda el óvulo.

Por eso vale la pena que esa relación sea como Dios la ha querido, dentro del matrimonio, con la plenitud de un amor apasionado como el suyo por cada uno de nosotros.

¿Has respondido ya al reto?

Pues sí, la imaginación no te falla: se puede curar. Integrar la expresión relacional íntima de la procreación es la mejor forma de recuperar la feminidad en las relaciones sexuales. Y ahora toca ser valientes: ayuda a otras mujeres a salir de la mentira de los anticonceptivos, para que encuentren una vida plena en su maternidad si Dios las lleva por ese camino, y salgan de una sexualidad que las hace vulnerables.

¿Te atreves? Seguro que sí. No tengas miedo a decir que no.

“Salud de la mujer, balance hormonal y autonomía personal”

 

Autor: Ignacio Segarra
Fuente: Catholic Link

13 de marzo de 2025
Iniciar sesión dejar un comentario
Diseño o azar? La ciencia descubre un Universo impensado.