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RA-10: El reactor que consolida a la Argentina en la élite nuclear mundial

Con el RA-10, nuestro país se prepara para dar un salto histórico en el campo de la energía nuclear. La obra no solo promete garantizar el abastecimiento de radioisótopos para el sistema de salud, sino también posicionar a la Argentina como referente global en investigación y exportación tecnológica.

 

Una obra nacional con impacto global

Luego de más de nueve años de trabajo y con la participación de más de 80 empresas argentinas —desde grandes firmas hasta pymes—, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) avanza en la etapa final de una de las iniciativas más ambiciosas en la historia del sector nuclear nacional: el Reactor Argentino Multipropósito RA-10.

Ubicado en el Centro Atómico Ezeiza, este reactor experimental permitirá avanzar en áreas clave como la salud, la industria tecnológica, la producción de energía y la investigación científica. La obra civil ya está terminada y, durante este año, se espera culminar el montaje y comenzar los ensayos preoperacionales. La puesta a crítico —es decir, el inicio de la reacción nuclear autosostenida— está prevista para fines de 2026, con una entrada en operación plena estimada para mediados de 2027.

Producción de radioisótopos: salud al alcance de todos

Uno de los objetivos centrales del RA-10 será asegurar el suministro local de radioisótopos, fundamentales para diagnósticos y tratamientos médicos. “Está pensado para garantizar el abastecimiento interno y para que Argentina se convierta en un exportador al mercado global."

La producción estará enfocada en el molibdeno, del cual se obtiene el tecnecio-99m, el radioisótopo más utilizado en estudios de diagnóstico por imágenes. Además, el reactor podrá producir otros radioisótopos clave para el tratamiento del cáncer, como el lutecio-177, lo que ampliará las capacidades terapéuticas del país.

Un laboratorio de investigación de clase mundial

Además de su función médica, el RA-10 abrirá nuevas puertas para la investigación científica. En sus instalaciones, se podrán irradiar materiales y combustibles nucleares bajo condiciones controladas, lo cual permitirá evaluar su comportamiento y rendimiento. Esto tiene implicancias directas tanto en la seguridad como en la eficiencia de los reactores nucleares de potencia.

La calificación de combustibles nucleares será un servicio que ofrecerá tanto a nivel nacional como internacional. Esta capacidad convertirá al RA-10 en un actor clave dentro del mercado global de ensayos nucleares.

Técnicas neutrónicas al servicio del conocimiento

El reactor también será un potente motor de desarrollo científico gracias a su capacidad para generar haces de neutrones. Estos se utilizarán en diversas aplicaciones de ciencia básica y aplicada a través del Laboratorio Argentino de Haces de Neutrones (LAHN), una de las instalaciones complementarias más prometedoras del proyecto.

Allí se utilizarán instrumentos como el tomógrafo de neutrones, que permitirá observar la estructura interna de objetos sin dañarlos. Esta técnica es de gran valor en áreas como la arqueología, donde puede utilizarse para analizar piezas sin alterarlas, o en la industria de materiales, para detectar fallas estructurales invisibles a otros métodos.

Argentina, líder en exportación de reactores experimentales

El RA-10 no surge de la nada. Se apoya en una tradición consolidada. Este reactor robustecerá nuestra posición como líderes en el mercado mundial de reactores experimentales. Si bien otros países han construido más unidades, Argentina es —sorprendentemente para muchos— el mayor exportador global de este tipo de reactores.

Un caso emblemático es el reactor OPAL, diseñado por INVAP y exportado a Australia. Hoy es el reactor experimental más utilizado del mundo. El RA-10 amplía las capacidades de ese modelo: Incorpora nuevos conceptos, como la irradiación de materiales y combustibles, y aumenta la potencia a 30 megavatios, frente a los 20 del OPAL. También se ha incorporado mejoras tecnológicas propias de las dos décadas que separan ambos desarrollos.

Dopaje de silicio: el petróleo del siglo XXI

En un mundo cada vez más digital, el RA-10 tendrá un papel inesperado pero estratégico: la producción de silicio dopado, clave en la industria de los semiconductores y microchips. Este material es indispensable para la electrónica de potencia y se logra al irradiar silicio en el reactor para reducir su resistividad eléctrica.

Esta industria crece entre un 7 y un 10% anual a nivel global, pero su oferta está limitada por la capacidad de irradiación de los reactores existentes. Con el RA-10 se podría cubrir cerca del 50% de la demanda mundial. Además, las exportaciones que genere esta actividad podrán cubrir una parte importante de los costos operativos del reactor.

Un activo estratégico para el país

El RA-10 representa mucho más que una instalación tecnológica. Es un símbolo del talento, la capacidad y la proyección de la industria nuclear argentina.

En un contexto donde muchos países buscan recuperar soberanía tecnológica y energética, la Argentina demuestra que es posible liderar desde el conocimiento, la innovación y la articulación entre lo público y lo privado. El RA-10 será una pieza clave en esa estrategia, abriendo un abanico de oportunidades en salud, ciencia, industria y exportaciones.

Con este proyecto, iniciado en 2010, los científicos argentinos demuestran que nuestro país hay recursos humanos de excelencia, y que más allá de los signos políticos, estamos aprendiendo a priorizar la patria por sobre la política pequeña, que tantas veces detuvo grandes proyectos.

¿La apuesta? Convertir a la energía nuclear no solo en un motor de desarrollo, sino en un verdadero servicio al bien común, desde el diagnóstico médico hasta la tecnología de punta, pasando por la generación de conocimiento y empleo calificado. En ese camino, el RA-10 ya es mucho más que un reactor: es un faro para el futuro argentino.

RA-10: El reactor que consolida a la Argentina en la élite nuclear mundial
El Cristiano 4 de junio de 2025
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