Una película que se encuentra entre las favoritas para el premio Oscar a mejor film de este año es el largometraje Cónclave, con Ralph Fiennes, Isabella Rossellini, Stanley Tucci y John Lithgow en los papeles estelares.
La fotografía es alucinante, las actuaciones de primera… la trama interesante, hasta que llega el final y dinamita todo lo que se venía construyendo, lo que prometía ser una película que cuestionara a todo católico del siglo XXI.
¡Ojo, este artículo contiene spoilers!
El film está basado en la novela homónima de 2016, escrita por Robert Harris. No es católica en su espíritu, aunque plantea temas interesantes a lo largo de la trama que consideramos vale la pena tener en claro para la vida espiritual de cada uno. Estos son algunos de esos puntos:
1. Cónclave, una película que plantea el progresismo vs. tradicionalismo
Henri de Lubac, en su Meditación sobre la Iglesia, dice que no se habla de la tradición mientras se la encarna, sino que solo se empieza a reflexionar sobre ella cuando ya no se la vive en presente.
Pareciera que los tiempos que corren dan lugar a esta reflexión sobre la tradición. Hay aguas divididas en la Iglesia, y esto la película lo refleja de una manera cruda y realista. El Cuerpo Místico de Cristo se encuentra diseccionado en dos cosmovisiones que, en vez de vivir en comunión, buscan llevar el agua para su molino.
El cónclave de la película concentra este choque de posturas puertas adentro de la Sixtina, donde los cardenales buscan hacer lobby para no perderle la mano a los «contrincantes». ¿Es descabellado? Ojalá lo fuera. La ambición de los hombres puede contradecir la voluntad de Dios; si no, preguntémosle a Adán y Eva.
¿Cómo debemos vivir esta realidad de la Iglesia? Primero, siendo muy conscientes del deseo de unidad que Cristo tenía:
«Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste» (Jn 17, 21).
No hay lugar a matices en esta petición de Cristo. La unidad que debemos encarnar los católicos ha de ser la misma unidad que el Hijo y el Padre tienen en el seno de la Trinidad. Un solo Dios. Una sola Iglesia. Es en esa unidad en la que el mundo va a reconocer la Verdad del mensaje de Cristo.
Es una tentación enorme pensar que hay que luchar por «aceptar a todos»aun a costa de traicionar la Verdad (progresismo), como también es una tentación enorme pensar que hay que preservar la Verdad, aun a costa de faltar a la caridad para con el prójimo (tradicionalismo).
Ni un extremo ni el otro. Debemos ser personas con el corazón lo suficientemente grande como para recibir a todo el mundo dentro de él, y lo suficientemente puro como para no aceptar pecado alguno, ni en nuestra vida, ni en la de nuestros hermanos. Al pecador no se le niega nada; al pecado no se le acepta nada.
2. Los caprichos del hombre y los designios de Dios
Joseph Cardenal Ratzinger, en una entrevista de 1997 en Alemania, respondió al ser interrogado sobre si el Espíritu Santo es quien elige al Papa:
«No lo diría en el sentido de que el Espíritu Santo escoge al Papa… Yo diría que el Espíritu no toma exactamente el control del asunto, sino que, más bien, como un buen educador, nos deja mucho espacio, mucha libertad, sin abandonarnos por completo. La única garantía que ofrece es que la cosa no puede estar totalmente arruinada… ¡Hay demasiados ejemplos contrarios de papas que el Espíritu Santo obviamente no habría elegido!»
Es decir, la película no atenta contra esta realidad. Es plausible que, llevados por ambiciones de poder, egoísmos y soberbia, los responsables de elegir al siguiente sucesor de Pedro yerren en su elección.
Esto en la película se ve claramente. Los cardenales complotan, discuten y argumentan en favor de su postura y en contra de la ajena. Puede resultar chocante, pero no deja de ser cierto.
3. Los retos de la Iglesia frente a los tiempos que corren
Nos encontramos en tiempos, sin lugar a duda, complejos. Necesitamos crecer en santidad, urgente. Cada uno con lo suyo, como dice mi madre. Necesitamos ser reflejo del amor de Dios para nuestros hermanos que andan por la vida como si no hubiera un norte.
Debemos salir al encuentro de aquellos que no se han encontrado con el Camino a seguir, la Verdad a la cual adherir y la Vida de la cual nutrirse. No importa quién tengamos enfrente, ni su vida ni su historia. Lo importante es que, cuando esa persona entre en contacto con nosotros, tenga la experiencia de encuentro con Cristo a través nuestro. Eso es lo que significa ser instrumentos de Dios.
En la película, esto queda obnubilado por los movimientos políticos retratados. Todas las tramoyas, conversaciones y conspiraciones desplazan la centralidad del amor para dar lugar a un juego político real y nocivo para la vida de la Iglesia. Este es el desafío más grande que enfrentamos los católicos hoy: la fidelidad, que se juega no afuera, sino en el corazón de cada fiel.
4. Una palabra sobre el final de la película Cónclave
La película Cónclave concluye con la elección de un «cardenal» misterioso, que resulta ser una mujer biológica intersexual, condición conocida por su manifestación ambigua de la sexualidad en los genitales.
Sin embargo, esto no quita que existan cromosomas que definan el sexo de la persona de manera definitiva. De hecho, el «cardenal» Benítez descubrió, ya entrado en edad, que tenía ovarios y útero. Y aun sabiendo esto, el Papa anterior lo nombró cardenal.
Esto es claramente inaceptable. Absurdo. Un escenario ridículo planteado por quienes quieren hacer avanzar una agenda ideológica que se contradice en su totalidad con la ley natural y, por consiguiente, con la Ley Divina.
La Iglesia no será más en la medida en que permita que el hombre decida cómo deben ser las cosas, sino en la medida en la que logre mostrar que la adhesión a la Ley de Dios no es más que vivir bajo los criterios de un amor profundo y verdadero.
Fuente: Catholic Link
Cónclave, la película nominada al Oscar: ¿pura ficción o reflejo real de la Iglesia actual?