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¿Cuál es nuestra religión oficial?


En una sociedad plural y diversa como la argentina, el respeto por la religión que ha sido el sustento de su historia, en especial el catolicismo, es fundamental para promover la cohesión social y diplomacia entre las diferentes creencias. Desde su nacimiento, la Constitución Argentina ha reconocido y respetado a la religión católica, subrayando su influencia en la construcción de la identidad nacional y cultural del país. No se trata de promover una religión por encima de las demás, sino de entender cómo este reconocimiento es clave para el desarrollo y la convivencia pacífica.


La identidad cultural y social


Desde el nacimiento de la Nación Argentina, el catolicismo ha estado presente en los momentos cruciales de la historia. La misma declaración de independencia fue firmada bajo la premisa de una nación fundamentada en valores donde la moral y la ética cristiana juegan un papel central. Esa herencia religiosa ha formado la base sobre la que se han construido instituciones, tradiciones y costumbres que dan forma a la identidad argentina. Forjada con el heroísmo de los patriotas que en las batallas por la independencia se encomendaban a Dios, y en particular a protección de la Virgen. Es justamente el General Manuel Belgrano que en la más grande y decisiva batalla de Tucumán, ganada al ejército realista que venía victorioso desde el norte, donde se encomienda junto a los miles de soldados y gauchos a la Virgen de la Merced. Y luego del triunfo, la proclama Generala del Ejército Argentino. Esta y muchas anécdotas más salpican virtuosamente la vida social, política y militar de los argentinos, católicos por herencia hispana, y con una larga tradición mariana.


Al recordar esta historia, imagina a una familia que celebra la Navidad. Cada año, se reúnen para recordar el nacimiento de Jesús, no solo como un evento religioso, sino como una fiesta que une generaciones, llena de tradiciones y valores que se transmiten de padres a hijos. Esta celebración, rica en simbolismo, refleja cómo la fe ha permeado y moldeado la cultura nacional, siendo un pilar de muchos lazos familiares y sociales. Es este tipo de tradición la que enriquece a la sociedad argentina, fomentando la unidad en la diversidad.


Respeto hacia otros cultos


El reconocimiento del catolicismo no debe ser visto como una exclusión de otras religiones; al contrario, este respeto puede actuar como un modelo para el tratamiento de las diversas creencias que coexisten dentro de la sociedad. Un país que reconoce sus raíces religiosas está mejor equipado para fomentar un diálogo interreligioso comprometido y sincero, donde se valoren las similitudes y se enriquezcan las diferencias. Es por esto que, ante recientes declaraciones del obispo de Santa Fé, que sorprendentemente expresó "La provincia no es, ni puede ser, de ninguna manera católica", desde estas líneas afirmamos que no es así, y que el texto propuesto por los constituyentes, paradógicamente, es correcto: "La religión de la Provincia es la Católica, Apostólica y Romana, a la que le prestará su protección más decidida, sin perjuicio de la libertad religiosa que gozan sus habitantes".  


En esta columna hemos afirmado que la educación en valores es fundamental, mucho más, luego de la agresión con ciertos contenidos degenerados introducidos desde la ESI por los dos gobiernos anteriores y en varias provincias se siguen dando. Esos valores que forjaron la Argentina son los mismos valores que forjaron a Occidente: los del Evangelio. Y son los mismos que hasta hoy, y a pesar de los embates con ingeniería social, moda y hasta leyes o protocolos de “convivencia”, pretenden suplantar con ateísmo público bien visto por esos medios masivos que moldean muchas veces a parte de nuestra población, desprevenida. 


Esa misma “corrección política” lleva a algunos curas, tal vez congraciándose con algunos espacios sociales, por ignorancia o necedad, apoyar un proyecto de país, de sociedad, donde la fe esté reducida a cuatro paredes, en un templo, sin darse cuenta que es en la sociedad donde se aplica la Doctrina de Cristo, no encerrados en una iglesia o en casa. Y justamente la DSI (doctrina Social de la Iglesia, que puede ser leída en vatican.va) señala a laicos, políticos e incluso sindicalistas cómo aplicar esos valores y construir una sociedad más justa y solidaria, pero también más santa, que no tenga miedo ni mucho menos vergüenza de anunciar a Cristo en las calles. Santa Fe de la Vera Cruz… también pretenderán algunos cambiarle el santo nombre que le pusieron hace casi 500 años por no ofender a unos pocos?


La estabilidad social


Pero volvamos a lo que la Iglesia nos enseña y sostiene desde hace 2000 años: Desde una perspectiva social y política, el reconocimiento y respeto hacia la religión que sostiene el Estado puede contribuir a la estabilidad y paz civil. Ejemplos sobran para no pretender hacer lo contrario, como el de México, donde miles de hombres y mujeres fueron ejecutados sólo por declamar su fé al grito de “Viva Cristo Rey!”. Un estado que respeta la religión centenaria de su sociedad, respeta a su gente y su historia. Cuando las instituciones reflejan y se alinean con los valores éticos y morales de la mayoría, y éstos reflejan la Verdad del Evangelio, se forjan lazos de confianza, de verdadera concordia y se afianza la autoridad de los que desde el gobierno la aplican y respetan. Sacar a la fé del pacto social de los pueblos ha sido el mayor error que Occidente ha cometido, y es el virus que está desintegrando sus bases.


Imagina un país donde las decisiones políticas se guían por la compasión, el respeto y el amor al prójimo, valores que el catolicismo enfatiza. Una sociedad que se engendra de tales principios tiende a ser más solidaria y colaborativa, favoreciendo no solo la paz, sino también el progreso social y económico. Y benefician al bien común. Que incluye a los que no necesariamente tienen el don de la Fé, pero viven bajo esos principios éticos que se reflejan en las leyes occidentales desde hace siglos.


Un futuro esperanzador


Mientras Argentina avanza hacia el futuro, es esencial que mantenga y respete la herencia religiosa que ha cimentado su identidad, proporcionando un marco valioso de moralidad y ética. Respetar el catolicismo, así como las diversas creencias, es crucial para fomentar una sociedad basada en el reconocimiento de la dignidad humana y la promoción de la justicia.


Promover el respeto por la religión que sostiene al Estado argentino es, por tanto, un acto de justicia y gratitud hacia una historia que ha ofrecido tanto al país. Al hacerlo, no solo honramos a las generaciones pasadas, sino que también preparamos un legado para las futuras, donde la diversidad no se teme, sino que se celebra bajo los valores comunes. Que la Argentina siga el camino, como sociedad, de sus tradiciones, sus valores y el legado de sus próceres y santos, que iluminan a su pueblo a construir una sociedad mejor, afirmando también su legado religioso.

¿Cuál es nuestra religión oficial?
El Cristiano 8 de enero de 2025
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