Vivimos tiempos turbulentos. Los medios de comunicación, las redes sociales y las grandes estructuras ideológicas no sólo informan. También moldean, imponen, manipulan. En este contexto global, la Iglesia Católica, como lo ha sido a lo largo de la historia, vuelve a ser señalada, atacada, presionada para ceder ante las exigencias del mundo moderno.
La Iglesia, blanco constante del mundo secular
No es novedad que la Iglesia de Cristo sea el principal obstáculo para las agendas del mundo. Desde los primeros siglos, el cristianismo ha sido perseguido por rechazar lo que es contrario al Evangelio. Hoy, instituciones como la ONU, incluso, apuntan contra la Iglesia por "interponerse" a los llamados "derechos" promovidos desde su Agenda ideológica globalista, completamente ajena a la Doctrina cristiana, por ejemplo. O medios de comunicación que sostienen idearios contrarios a los de la fé católica.
La antigua lucha entre la verdad revelada y los sistemas humanos de poder sigue viva. Sólo que ahora, se presenta con rostros más sofisticados: desde la ideología de género hasta la disolución de la familia natural, desde la legalización del aborto hasta la promoción de una falsa libertad que desprecia lo sagrado.
Contradicciones del mundo moderno
¿No resulta contradictorio que se impulse que los sacerdotes se casen mientras se banaliza el matrimonio? ¿Que se promueva que los homosexuales se casen por Iglesia, o adoptar niños mientras se ataca a quienes defienden la familia como unión entre varón y mujer? ¿Que los niños puedan decidir su género con cinco años, pero no sean responsables de sus actos hasta los dieciocho?
Estas contradicciones no son accidentes. Son síntomas de un relativismo moral profundo, promovido por una cultura que ha abandonado sus raíces cristianas.
Se exige que los sacerdotes se casen pero que los casados se divorcien. Se exige plazas en hospitales para cambio de sexo gratis, pero no hay camas para enfermos. En nombre de la libertad, se defiende la ofensa a un Crucifijo; y en nombre de la inclusión, se persigue al que predica la verdad del Evangelio.
El marxismo cultural que penetra incluso a la Iglesia
En medio de este panorama, la Iglesia no ha sido inmune a las infiltraciones ideológicas. Desde la Teología de la Liberación, el lenguaje marxista -envuelto en ropaje cristiano- ha debilitado la identidad sobrenatural de la Iglesia en algunos sectores, pretendiendo transformarla en casi una ONG más, enfocada en lo social, desconectada de la salvación eterna de las almas.
También, bajo la bandera de la “tolerancia”, se ha caído en una tibieza peligrosa, que lleva a comunidades enteras al abandono de la fe. No se trata de cerrar el corazón a quien sufre o piensa distinto, sino de no sacrificar la Verdad del Evangelio. La dialéctica ha reemplazado la reflexión, y el relativismo al sentido común …y a los valores cristianos. Y por supuesto, no se puede servir a dos señores.
El Cónclave y las presiones del mundo
Con el fallecimiento del Papa Francisco, el mundo (léase los medios y las instituciones que luchan contra la Iglesia de forma encubierta o no), se han sorprendido de la popularidad que finalmente tenía Francisco no sólo en los ámbitos religiosos. E inmediatamente se entrometieron, so pretexto de informar, en una “interna” eclesial, señalando a papables, condenando a otros, opinando sobre lo que el próximo papa debe “aggiornar” o aceptar (siempre lo que el mundo, no Nuestro Señor, desea).
El mundo quiere un Papa a su imagen: que bendiga sus excesos, que apruebe lo inaceptable, que se arrodille ante el espíritu de la época. Pero el Sucesor de Pedro es el garante de una Fe transmitida desde hace dos mil años, no un político que acomoda la Doctrina a los tiempos.
Cuidado con caer en la trampa
Muchos fieles, sin mala intención, se dejan arrastrar por estas discusiones mundanas. ¿Será este Cardenal más “moderno”? ¿Aquel otro más “conservador”? Como si se tratara de una elección política. Como si el Espíritu Santo no tuviera nada que decir.
¿Y si en lugar de opinar tanto, nos pusiéramos de rodillas? ¿Y si en vez de repetir lo que dicen los medios, retomáramos la oración, el silencio, la confianza en la Providencia?
La Iglesia no es nuestra. Es de Cristo. Su Doctrina ya fue revelada. No será cambiada por ninguna editorial, por ningún canal de televisión, por ninguna tendencia de redes sociales.
La fuerza de la oración y el verdadero protagonismo
Los Cardenales reunidos en Roma han pedido algo muy claro en el comunicado reciente de la Santa Sede -que, por supuesto, los grandes medios han ignorado-: que todos los fieles recen por el Cónclave.
Ellos, conscientes de la enorme responsabilidad que tienen ante Dios y ante la Humanidad, han suplicado el sostén espiritual del Pueblo de Dios, señalando que en este tiempo de gracia y discernimiento espiritual, y conscientes de la responsabilidad a la que están llamados, perciben “la necesidad de ser sostenidos por la oración de todos los fieles. En la oración, dicen, está la verdadera fuerza que en la Iglesia favorece la unidad de todos los miembros en el único Cuerpo de Cristo”. Pidiendo al final a la Virgen María que los acompañe desde su maternal intercesión.
El demonio quiere dividir a la iglesia siempre, y tienta de mil maneras. También lo intenta en estos tiempos de Sede Vacante. Pero si estamos unidos, jamás podrá con nosotros. Tenemos el auxilio del Espíritu Santo, y el cuidado de nuestra Madre del Cielo. Recemos confiadamente por el Cónclave, para que nos dé un Papa santo, valiente y que defienda la Doctrina de nuestro Salvador, sostenido por millones de oraciones, en unidad.