Nacido en 1960 en Buenos Aires, Patricio Lons es la viva imagen de la influencia y alcance que puede alcanzar el hispanismo frente a la leyenda negra. Formado como periodista, su afición por la historia comenzó cuando apenas tenía uso de memoria y la divulgación histórica se convertiría en una de sus principales dedicaciones, lo que hoy desarrolla desde la plataforma por él fundada, Comunidad Hispanista (www.comunidadhispanista.com).
Aunque afirma que “siempre hubo defensores de la Hispanidad”, lo cierto es que él comenzó su divulgación en redes a gran escala mucho antes del actual auge del discurso contra la leyenda negra. El inicio del canal de Comunidad Hispanista en YouTube data de 2011, cuando quedaban años para que viesen la luz obras mundialmente conocidas como “Imperiofobia” (Elvira Roca Barea), “Madre Patria” (Marcelo Gullo) o “La Primera Globalización” (José Luis López-Linares), en la que Lons interviene.
Como pionero y uno de los mayores divulgadores hispanistas en redes sociales (tiene más de 200.000 seguidores entre sus tres canales de you tuve, entre ellos, “Historia de Patricio Lons” y decenas de miles en Instagram o X), el mensaje de Lons es clave para todo el que busque una visión enfocada de la América española y la Hispanidad, que él define como “gesta espiritual, transporte de la Cristiandad y la consolidación del verdadero Occidente”. Un mensaje que también ha transmitido en publicaciones escritas, como es su coautoría de Cartas Hispanistas al Rey de España.
En conversación con Religión en Libertad, Lons profundiza en los orígenes que le llevaron a la divulgación hispanista, en la “época dorada” en que se encuentra esta corriente y en sus propuestas para fortalecer la influencia de la Hispanidad en la actualidad y su futuro.
-Patricio, ¿cómo comenzó su pasión por la historia?
-Aunque estudié periodismo, tuve una gran afición por la historia desde que tenía 5 o 6 años. Recuerdo haber visto en un cómic la vida de San Fernando, rey de Castilla, y cómo todo lo español inundaba la civilización en Argentina, sobre todo por la fe.
El calendario litúrgico regía la vida, las celebraciones de Semana Santa, las fiestas… Y vi que todo eso tenía que ver con nuestra tradición y nuestra historia.
-¿Cómo comenzó a penetrar la leyenda negra en su Argentina natal?
-En la escuela nos enseñaban mucha historia, con 8 o 9 años ya sabíamos mucho.
Me llamó mucho la atención descubrir el Real de a ocho. Nos enseñaban lo grandiosa que era España con el descubrimiento, las naves de Colón, la vida en el convento de la Rábida, su relación con los Reyes Católicos, nos mostraban la vida apacible en los virreinatos o las invasiones inglesas de 1806 y 1807… sabíamos muchísimo.
-¿Y cómo entra ahí el discurso negro-legendario?
-Eso era en cuarto grado. A mitad de año nos íbamos de vacaciones y cuando volvías te decían que a partir de las invasiones inglesas se creó “un amor patrio distinto”, que España ya no era buena, sino mala, que los ingleses no eran malos sino buenos o que San Martín también lo era por haber creado la logia [masónica] Lautaro.
La forma de enseñar la historia era parapsiquiátrica, me toco alguna mala nota por hacer preguntas… Y eso fue calando en mi historia.
-¿Qué episodio diría que le cambió la vida?
-La guerra de Malvinas. Fue un momento en que vimos que los países hispanos venían en nuestra ayuda. Recuerdo que, en la guerra, seguía las noticias de la mañana a la noche y recuerdo que en el consulado argentino en Barcelona se habían presentado 600 españoles como voluntarios, legionarios y muchos marinos españoles. Setenta y siete de ellos participaron en la guerra y dos de ellos murieron.
-¿Qué aprendió de Malvinas? ¿Cómo influyó en su concepción hispanista?
-Nos dejó muy marcados. Empecé a entender cuál era el conflicto de la ecúmene española con el mundo anglosajón, que ya con Felipe II era viejo y venía de largo, sobre todo desde el enfrentamiento con Isabel I de Inglaterra.
En realidad, ahí descubrí que es un conflicto religioso. Nuestro problema es anterior a la Revolución francesa, desde Westfalia, y en cómo ese mundo materialista requería destruir el poder español para implantar un nuevo orden donde el poder del dinero estuviese por encima de la gente. Ahí descubrí que a los españoles le importaban las personas y a los ingleses los bolsillos.
-Usted menciona que la Hispanidad ya no es un imperio político, pero si cultural… ¿Cómo lo explica?
-Chesterton se sorprendía de lo injusta que había sido la historia con España, de la que él se enamoró. El veía en España la Inglaterra que añoraba [anterior al cisma], que era igual a nuestra España. Cuando en 1492 se reconquista Granada, las campanas inglesas repicaron celebrando el triunfo sobre el infiel.
Lamentablemente es un país en el que su cultura y su religión fueron sustituidos por un imperio depredador frente a España, imperio constructor de civilización. Se tenía que mentir para cambiar eso.
-¿Cuál fue la principal aportación de la reina Isabel para construir esa civilización?
-No solo darle un continente a la Iglesia, sino crear las bases materiales para la evangelización. Y una de esas bases materiales era la moneda soberana. Por eso creo que todavía no se perdona a Isabel la ley pragmática de 1497 donde se crea el Real de a ocho.
-Solo unificaba el sistema monetario en los reinos españoles... ¿Por qué no se le iba a perdonar?
-[La pragmática] permitió a los pueblos precolombinos adherirse a una civilización, a nuevas técnicas, a tejer, a construir… Y ellos, al aprenderlo, pudieron enseñar a los españoles. Permitió unas condiciones de vida muy humanas y muy cristianas gracias a las que, en 1800, se vivía mejor en Lima que en Londres. Ahí es donde ves por qué no le perdonan muchas cosas a Isabel y por lo que creo que se retrasa su canonización.
-Se habla mucho de los hospitales, colegios, universidades… pero ¿cómo cambió el fuero interno del indígena con la llegada de España? ¿Qué diferenciaba a un mestizo del virreinato del Perú de un ciudadano de Sheffield o Westminster?
-La Hispanidad es el transporte físico imperial de la Cristiandad, la civilización que logró transportar la cristiandad europea al mundo. Todo lo que nos marcó como pueblo ha sido el sentido de religión. España decidió llevar al mundo la salvación y por eso, España les dio a los indígenas de América -y al español peninsular- un sentido de vida.
-¿Y cuál era ese sentido?
Hoy podemos vivir en un mundo agnóstico, materialista… etc. Pero para el indígena del 1500 que vivía sometido por otras tribus, ante la incógnita humana de saber para qué estaba en el mundo, España le da una respuesta. En el mundo de hoy, se va al psicólogo y se vive angustiado porque no se sabe para qué se está en la vida. Pero el hombre cristiano que sabe que Dios lo puso en el mundo y le dio un sentido, la mayor gloria de Dios y la salvación de su alma. Ese hombre está tranquilo, es raro que tenga un conflicto psicológico. Puede llevar mejor las dificultades, los sufrimientos y las angustias, incluso podía llevar mejor las alegrías, porque no son alegrías desbordadas.
-Como fundador de Comunidad Hispanista y con cientos de miles de seguidores, usted es uno de los referentes y pioneros a la hora de enfrentar la leyenda negra desde las redes sociales. ¿Cómo valora el auge del hispanismo y del pensamiento llamado revisionista?
-Antes no había prácticamente Leyenda Negra. Y si la había, porque siempre existió, era solo algo larvado. Comenzó con fuerza en 1992 con motivo del V centenario del descubrimiento de América y ahora vemos que [la verdad histórica] va dando la vuelta. Vemos en Argentina a algunos antihispanistas preocupados que empiezan a hablar de nosotros. El dique de la leyenda negra ya se ha roto y antes o después, la verdad terminará por imponerse.
-Pese al auge de ese pensamiento hispanista, ¿cree que se debe hacer examen de conciencia? ¿Qué se puede hacer mejor?
-Creo que de alguna manera tenemos que unir como la cultura precolombina aporta a España, se nutre de España y se relanza la Cristiandad con nuevos matices. Por ejemplo, el catolicismo en América es muy mariano, porque a la mujer indígena le cambio la vida absolutamente. Entonces creo que hay que unir mejor. También tenemos que hacer autocrítica de lo que hacemos mal.
-¿Por ejemplo?
-A veces resaltamos mucho los defectos de la cultura precolombina por la antropofagia o los sacrificios humanos. Pero tenemos que hablar también de la parte buena que había en esa cultura y que permitió a los indígenas aceptar el catolicismo. A ellos les costó mucho aceptar el catolicismo porque hacían sacrificios humanos por una cuestión teológica, aunque equivocada. Les costo entender que, en el cristianismo, el que se sacrifica es su Dios, de lo que terminaron dándose cuenta sobre todo con el gran milagro de la Virgen de Guadalupe, para el que no encontraron explicación.
-Y con la proliferación de vídeos, canales de YouTube, redes sociales e incluso documentales que han “desmontado” la leyenda negra, ¿qué queda por hacer?
-Ahora creo que hay que trabajar mucho para llegar a los medios de comunicación, a docentes y a políticos. En argentina he visto cinco candidatos presidenciales hispanistas o al alcalde de la ciudad de Luján, Leonardo Luis Boto, que hizo un homenaje a España el 12 de octubre. Hay que llegar a la clase política.
-¿Alguna medida que le gustaría ver aplicada desde las instituciones?
-Sueño con que una vez los políticos propongan un pasaporte común y que ese pasaporte tenga la cruz de Borgoña. Cuando aterrizo en Chile o Bogotá y nos separan por nacionales y extranjeros… ¿No puede haber una tercera fila que incluya a los pueblos hispanos? Aunque debamos hacer un trámite como extranjeros, aunque sea simbólico, pero en esa fila que yo hablo con un chileno, un uruguayo, un mexicano y un español, sintiéndose juntos, que vistan un pueblo hermano. No somos tan distintos. Y de eso hay que tomar conciencia.
-¿Cree que la misión de la Hispanidad ha terminado?
-En la medida en que tomemos conciencia de que somos pueblos hermanos tendremos un destino de recuperación de nuestra civilización y nuestros hijos y nietos vivirán mejor, con mayor claridad, con la proyección de civilización.
Y si no es lo que Dios quiere, sino que quiere adelantar su retorno, posiblemente la Hispanidad tenga algo que decir en la lucha final. Si se adelantasen esos tiempos, se verán a los pueblos de habla española del lado de Cristo y veremos justificado el paso por la historia de todos los pueblos que hablamos y rezamos en español a Jesucristo.
Autor: José María Carrera
Fuente: Religión en Libertad
"La Hispanidad tiene mucho que decir”