La Contrarrevolución Cristera es la última de las obras publicadas por el sacerdote Dr. Javier Olivera Ravasi, conocido en redes por su plataforma de evangelización cultural y apologética `Que no te la cuenten" y en el plano académico-divulgativo por decenas de libros y obras publicadas.
Prologado por el sacerdote benedictino Santiago Cantera y editado por Homo Legens, La Contrarrevolución cristera cuenta con varios rasgos diferenciales respecto de otras obras y clásicos de la Cristiada.
Uno de ellos es el hecho de enmarcar de forma sencilla y natural el episodio cristero no como uno aislado e inconexo de la historia mexicana, sino en un relato de la historia marcadamente teológico y espiritual, a decir de la Santa Sede, “en la lucha titánica entre los dos espíritus opuestos que se disputan el mundo”. Prueba de ello es la relación que ambos sacerdotes, prologuista y autor, llevan a cabo respecto a otros episodios contrarrevolucionarios como la Vendée, las guerras carlistas o la persecución religiosa en España (1931-1939).
"La Contrarrevolución Cristera", de Javier Olivera Ravasi, se presenta este martes, 18 de noviembre, a las 19:00 horas, en la parroquia madrileña del Santísimo Cristo de la Victoria, contando con la presencia del sacerdote Jorge López Teulón:
"La Contrarrevolución Cristera", de Javier Olivera Ravasi, se presenta este martes, 18 de noviembre, a las 19:00 horas, en la parroquia madrileña del Santísimo Cristo de la Victoria.
Junto al carácter histórico-teológico, destaca especialmente la abundancia y profusión de fuentes primarias. De forma sutil, el autor se desvanece del relato para dar protagonismo a sus protagonistas de uno y otro “espíritu”, el de la Iglesia y el de sus perseguidores, limitándose a describir o clarificar los rasgos más representativos del conflicto.
Entre ellos, y este es otro de los aspectos a destacar de la publicación, el del carácter, arquetipos del conflicto y las motivaciones que dirigían, en uno u otro sentido, a los combatientes: el mártir, el niño guerrero y santo, los obispos que -en su mayoría- renunciaban al apoyo explícito a los sublevados, y los que, en contados casos, merecieron la consideración de héroes. Se refleja al perseguidor como “funcionario”, al que lo consiente con su omisión y al que lo fomenta -se afirma con pruebas y sin ambages- desde logias masónicas y escaños. También a la mujer que contribuía a la lucha como el más aguerrido combatiente, a la que defendía su honra hasta la misma muerte, a los aliados internacionales de los perseguidores o a las madres, esposas y abuelas que temían por sus seres queridos.
Recogemos algunos de estos arquetipos reflejados en sus mismas palabras y fuentes en La Contrarrevolución Cristera de Olivera Ravasi:
El niño mártir y santo, Sánchez del Río:
El libro relata alguno de los episodios más heroicos de José Sánchez del Río, mártir y santo cristero de 13 años, como el del combate librado el 5 de febrero de 1928, cuando su jefe militar se quedó sin caballo y José le cedió el suyo. La fuente recoge lo recoge así:
-Mi general, aquí está mi caballo. Sálvese usted aunque a mí me maten. Yo no hago falta y usted sí.
Y uniendo la acción a la palabra, cogió un fusil y se puso a disparar contra el enemigo que tenía enfrente hasta que se le terminaron las balas. Entonces pudo ser aprehendido y llevado al jefe de sus contrarios […] Desde Cotija, escribió a su madre: “Mamita: ya me apresaron y me van a matar, estoy contento. Lo único que siento es que tú te aflijas. No vayas a llorar, en el cielo nos veremos. José, muerto por Cristo Rey”.
“El periodista”, sobre el Presidente Calles:
“Calles no tiene ideología precisa, al igual que Obregón, para lograr sus fines, que son «orden y progreso», está dispuesto a todo, él que ha decidido ser «el amo de su propia casa» […]. Quizá haya sido un periodista italiano, invitado por Calles en el marco de su campaña de propaganda internacional, quien definió mejor al personaje:
«[México] es en este momento un feudo de la Internacional social masónica, gobernado por un Herriot en botas de montar de general mexicano y por cierto grupo de barones feudales en chaqueta de “compañero”, los cuales ora se llaman gobernadores de los estados, ora generales divisionarios con mando de operaciones, ora senadores o diputados”.
El masón estadounidense, Robert A. Greenfield:
“Es cierto, sin embargo, que en la lucha de exterminio contra el catolicismo, estamos forzosamente de acuerdo masones y protestantes, y que le hemos prestado en este terreno un apoyo leal y suficientemente amplio al régimen de Calles. La razón es obvia: el catolicismo es una religión demasiado absorbente.
"La Contrarrevolución cristera", del padre Javier Olivera Ravasi, puede adquirirse en Homo Legens.
En poquísimos años se ha conquistado el veinte por ciento de la población de nuestro país y amenaza con invadir las altas esferas de nuestro gobierno. Mientras que las iglesias protestantes tienen poquísimos parroquianos, si bien les ofrecen vestido, comida y diversiones con tal de que la gente acuda a ellas, los templos católicos, de donde se extraen las ofrendas de los creyentes, están llenos de fieles. Este absurdo contraría mucho a los jefes del protestantismo, cuyas intenciones son excelentes y de buena fe: si la civilización norteamericana ha favorecido al mundo entero en el orden material, es natural que ahora queramos ejercer también un dominio espiritual”.
Gorostieta, el general caído:
"Lo que nos hace falta en fuerza material no lo pedimos al Episcopado; lo obtendremos por nuestro esfuerzo. Sí pedimos al Episcopado fuerza moral que nos haría omnipotentes y está en sus manos dárnosla, con sólo unificar su criterio y orientar a nuestro pueblo para que cumpla con un deber, aconsejándole una actitud digna y viril, propia de cristianos y no de esclavos […].
Creo de mi deber declarar de una manera enfática y categórica que el principal problema que hemos tenido que afrontar los directores de este movimiento no sea el de los pertrechos. El principal problema ha sido y sigue siendo eludir la acción nociva y fatal que en el ánimo del pueblo provocan los actos constantes de nuestros obispos y la más directa y desorientada que realizan algunos señores curas y presbíteros, siguiendo los lineamientos que a ellos señalan sus prelados. Nosotros hubiéramos contado con pertrechos y contingentes abundantísimos si, en vez de cinco estados de la República, respondieran al grito de muerte lanzado por la patria treinta o más diócesis. El decantado poder del tirano […] hubiera caído hecho añicos al primer golpe de maza, tal vez con que hubiera logrado que por primera y única vez en la historia de nuestros martirios nacionales los Príncipes de nuestra Iglesia hubieran estado de acuerdo únicamente para declarar que la defensa es lícita y, en su caso, obligatoria…"
Enrique Gorostieta, el general cristero, fue profundamente católico y coherente con su fe durante la participación en la contienda. En la imagen, interpretado por Andy García.
José María Fernández, soldado caído, a su esposa e hijos:
"… Y ahora ser [soy] yo el autor de tus sufrimientos. ¡Pero qué digo, si sé que también eres cristiana y secundarás mi obra en forma distinta! Yo con el arma y tú con la resignación, yo tostado del sol y hambriento y tú con tus plegarias, estamos fundidos en el mismo crisol trabajando por el mismo ideal y nuestra vista fija en el mismo punto… Dios… Imagínate que hay veces que tenemos combates que duran sin cesar veinticuatro horas y que a diestra y siniestra caen sin vida nuestros valientes soldados. Muchos han muerto en mis brazos y al morir ¿sabes cuál es su última palabra?: «¡Viva Cristo Rey!» Y enseguida van a recibir su palma a la Gloria… Yo tengo la esperanza de verlos a ustedes aquí en la tierra, pero si muero, ten el valor de la señora Gutiérrez —doña Carmen Alfaro Madrigal viuda de Navarro Origel—. No me llores, por el contrario, ofrece a Dios el sacrificio de mi vida, y ¡vive Dios! que si me pierdes en la tierra me tendrás más solícito velando por ustedes en el Cielo. Desde aquella mansión de paz rogaré por ustedes y por todos aquellos que les hagan bien… Por acá se habla de arreglos; ojalá, ojalá y esto sea como lo hemos pedido. Nosotros no cejaremos ni un momento: vencer o morir, así lo hemos pretendido, ofrecido con juramento, y de no ser como lo hemos pretendido, que Dios mejor me quite la existencia.
Adiós, mi querida compañera, único depósito de mis sinsabores y dichas, contigo abrazo a mis queridos hijos, y sabes que, si no nos vemos en la tierra, viviré para ustedes en el cielo. Tu esposo, José María Fernández. ¡Viva Cristo Rey, Viva Nuestra Señora de Guadalupe, Viva el Papa!"
Autor: José María Carrera Hurtado
Fuente: Religión en Libertad
Olivera Ravasi publica “La Contrarrevolución cristera”: así la contaron 5 masones, mártires y santos