Ir al contenido

Santo Tomás de Aquino y la política: una guía para reconstruir el orden social

Un retorno necesario al bien común

“La comunidad política existe por naturaleza”, decía Aristóteles. Santo Tomás de Aquino retoma esta idea y la eleva: el bien común no es solo una necesidad social, sino un ideal más alto, incluso divino. Hoy, cuando la política moderna parece haber olvidado su razón de ser, es urgente volver a las raíces filosóficas que la dotan de sentido. Frente al caos actual, el pensamiento tomista ofrece un orden posible, humano y cristiano.

 

De la república al Estado: una gran reducción

La política moderna ha reducido la res publica —la cosa pública, la comunidad política natural— a un aparato centralizado llamado “Estado”. Este Estado, en casi todas sus versiones, tiende al totalitarismo: regula lo moral, interviene en la familia, uniforma conciencias.

Las constituciones ambiguas y desvinculadas del derecho natural, generan una maraña legislativa que, lejos de garantizar justicia, introduce caos. No hay verdadero orden sin fundamento moral.

 

Del pueblo a la masa

Esta decadencia institucional ha transformado al pueblo en masa. Un conjunto de individuos atomizados, convocados cada cuatro años para emitir un voto que vale lo mismo en manos de un sabio o de un delincuente. Se ha reemplazado la calidad por la cantidad, y la verdadera democracia se ha vuelto un simulacro, o casi.

 

El remedio tomista: volver al orden natural

Frente a este desorden, Santo Tomás ofrece un camino de retorno. Para él, la política no es neutral ni técnica: es una rama de la moral, orientada al bien común. Por eso afirma que toda ley que contradiga el derecho natural no es ley, sino corrupción.

El orden jurídico tomista se construye sobre tres pilares:

  • El derecho natural, que expresa las inclinaciones esenciales del ser humano.
  • La costumbre, como sabiduría colectiva.
  • La ley positiva, siempre subordinada a los anteriores.

Relegar, entonces, la fe al ámbito privado es un error: el cristianismo debe ser parte viva del orden político. Porque además, lo sustenta.

 

La república como unidad de orden

Para Santo Tomás, la comunidad política es una unidad de orden, con estructura metafísica que puede explicarse según las cuatro causas aristotélicas:

  • Causa eficiente: el ser humano, por su naturaleza social.
  • Causa material: la multitud ciudadana.
  • Causa formal: el poder que organiza y da forma.
  • Causa final: el bien común, que encuentra su cima en Dios.

El poder en sí no es malo, lo que es malo es el desorden. Lo esencial es que el gobernante sea prudente, es decir, que sepa discernir lo mejor para todos.

 

Ley, derecho y justicia

En la visión tomista:

  • El ius (derecho) es la cosa justa en sí, no una creación arbitraria del legislador.
  • La justicia es dar a cada uno lo suyo.
  • La ley es válida si cumple cuatro condiciones: es racional, promulgada por autoridad legítima, dirigida al bien común y formulada con claridad.

 

Formas de gobierno: virtud o corrupción

Santo Tomás distingue entre formas justas y corruptas de gobierno:

Justas:

  • Monarquía: un gobernante virtuoso.
  • Aristocracia: gobierno de los mejores.
  • Politeia: gobierno de la parte más noble del pueblo.

Corruptas:

  • Tiranía: cuando el monarca gobierna para sí.
  • Oligarquía: dominio de los ricos.
  • Demagogia: manipulación de la masa.

La verdadera comunidad política no puede reducirse al Estado: requiere de cuerpos intermedios —familias, parroquias, municipios, universidades— que organicen la vida social desde abajo hacia arriba.

 

La tradición hispánica: una experiencia concreta

La monarquía católica hispánica fue en muchos aspectos heredera del pensamiento tomista. El imperio español, bajo el influjo de teólogos como Francisco de Vitoria o Domingo de Soto, integró la evangelización con el respeto al orden natural. Se realizaron conquistas privilegiando la evangelización como un bien superior, se fundaron universidades, se defendió la dignidad indígena, se pensó un derecho internacional basado en la razón y la fe.

Esta visión política fue trasladada a América y sirvió de base espiritual y moral para los procesos de independencia, en los que tantos próceres actuaron movidos por la fe y la devoción mariana.

 

Volver a los fundamentos para volver a ser grandes

Hoy más que nunca, Argentina y los pueblos de América necesitan reconstruir su orden social. No desde ideologías extrañas, sino desde las raíces cristianas y verdaderas de su historia. El pensamiento de Santo Tomás de Aquino, lejos de ser una reliquia medieval, sigue ofreciendo una guía luminosa para el bien común. Retomar su sabiduría es necesario si queremos volver a ser grandes, libres y justos.

La política no es un juego de poder, sino un servicio al orden moral. Redescubrirlo es un acto de justicia y esperanza.

 

 

Santo Tomás de Aquino y la política: una guía para reconstruir el orden social
El Cristiano 14 de julio de 2025
Iniciar sesión dejar un comentario
Mi papá, mi héroe