El campo suena la alarma tras el alza impositiva
El 30 de junio vencieron las rebajas temporales en los derechos de exportación (retenciones), y regresaron los gravámenes anteriores: de 26 % a 33 % en soja, y de 9,5 % a 12 % en maíz y sorgo. Esta medida provocó una ola de preocupación en el sector agropecuario, que ya advertía los efectos negativos sobre la competitividad y sustentabilidad del campo.
Un informe técnico de CREA, presentado ante el Espacio Legislativo Interpartidario del Agro (ELIA), reveló datos alarmantes para la campaña 2025/26.
Soja: una grieta que deja sin viabilidad al 80 % del área
CREA presentó proyecciones claras:
- Con el esquema actual (33% de retenciones), el cultivo de soja será inviable en el 80% de la superficie agrícola, dado el rendimiento promedio y los precios internacionales esperados.
- En la etapa previa, con retenciones del 26%, ya se estimaba que el 39% del área no alcanzaba a cubrir costos básicos.
Por el contrario, sin retenciones, el cultivo recuperaría rentabilidad prácticamente en todo el país, lo que demostraría la presión que estos tributos ejercen sobre la actividad.
Maíz y trigo: ecos de una misma tragedia
La situación del maíz también es crítica:
- Con retenciones del 9,5 %, la viabilidad alcanzaría al 50 % del área.
- Ahora, con 12 %, cae al 39 %.
Peor aún es la realidad del doble cultivo trigo/soja de segunda temporada:
- Con alícuotas elevadas, el 87 % del área se vuelve económicamente inviable.
Distorsión de precios y desigualdad territorial
CREA advirtió que estas retenciones generan distorsiones en precios relativos, reducen la producción en el corto plazo y deterioran la sustentabilidad empresarial. Además, agravan las desigualdades regionales, especialmente en zonas alejadas de puertos y con mayores costos logísticos.
La inversión tecnológica, en jaque
Estas cargas fiscales afectan la inversión en insumos clave como fertilizantes.
- Sin retenciones, la mejora de precios (+12 %) permitiría un incremento del 6 % en fertilización, con mejoras del 2 % en maíz y 2,7 % en trigo, lo que podría generar US$ 300 millones adicionales en exportaciones.
Rechazo y exigencia de reglas claras
La Mesa de Enlace (SRA, CRA, Coninagro y FAA) emitió un comunicado reclamando al Gobierno una solución definitiva: “No hay más margen”, dijeron. Afirmaron que las retenciones son un impuesto anacrónico y distorsivo, que frenan la competitividad y el arraigo rural, y exigieron “normas claras, previsibilidad y una Argentina sin retenciones”.
Una amenaza para la soberanía productiva
Más que una discusión técnica, lo que está en juego es la soberanía alimentaria, la generación de divisas y el futuro del campo argentino. Un país que penaliza a quien produce no solo pierde rentabilidad, sino también capacidad para sostener el desarrollo económico y humano.
La cultura occidental nos enseña a valorar el trabajo y la creatividad, no a confiscar sus frutos. Cuando el Estado sube imposiciones que destruyen los márgenes de quienes sostienen la economía, deja de ser colaborador del bien común y se convierte en obstáculo.
El campo: motor de divisas bajo presión
En 2024, el complejo sojero aportó el 24,6 % de las divisas del país. Ahora, con una retención alta, se amenaza esa fuente clave de ingresos.
- Si se recorta el área sembrada y se reduce la inversión, la caída de exportaciones puede ser dramática, justo cuando el país más necesita dólares.
Un llamado al cambio y la justicia
Ante este escenario, el mensaje es claro: no se puede gravar con dureza al campo, a quien invierte y genera trabajo, especialmente cuando existe una lógica histórica que demuestra que esas cargas terminan castigando al propio Estado.
El momento reclama sabiduría, previsibilidad y acuerdos amplios, no medidas discrecionales. La Argentina merece una política agroalimentaria que promueva la productividad, el arraigo y el desarrollo federal, no un camino que conduce a la inviabilidad económica y la desigualdad creciente.
El campo produce divisas y oportunidades. Y da trabajo genuino. No merece ser doblegado por una carga impositiva que no comprende su aporte al bienestar común. Y los productores, muchas veces silenciados, merecen ser escuchados. Y apoyados por el aporte real que hacen a la economía de la Nación.