Tras cuatro semanas de cierta calma, los precios de los alimentos volvieron a dispararse en la tercera semana de mayo. Según la consultora LCG, la suba fue del 2,1% en tan solo una semana, empujada por fuertes aumentos en productos esenciales como el azúcar, verduras, carnes, lácteos, huevos y panificados.
¿Qué alimentos aumentaron más?
El relevamiento semanal de LCG, que audita 8.000 productos, reflejó las siguientes subas:
- Azúcar: +5,3%
- Verduras: +4%
- Carnes: +2,2%
- Panificados: +2%
- Lácteos y huevos: +1,9%
- Aceites: +1,2%
- Frutas: +1,1%
A pesar del salto semanal, el promedio de las últimas cuatro semanas mantiene una leve deflación del 0,2%. Además, se proyecta que la inflación de mayo será inferior al 2,8% de abril, favorecida por la baja en los combustibles y un menor ritmo de aumentos tarifarios.
¿Por qué los alimentos suben más que otros rubros?
El Índice de Precios al Consumidor (IPC) le otorga a los alimentos un peso relevante, lo que hace que cualquier variación en sus precios tenga un impacto más fuerte que en otros rubros como indumentaria o transporte.
Además, en regiones más vulnerables o de mayor consumo básico, los alimentos ocupan un lugar aún más importante en la canasta familiar, haciendo que las subas se sientan con más intensidad.
Y en el plano subjetivo, muchas familias perciben que la inflación es mayor que la medida oficial, ya que la mayor parte de sus ingresos se destina a alimentos.
Factores estructurales detrás de los aumentos
Desigualdad y percepción social: La inflación no impacta igual en todos los sectores. Para los hogares que apenas superan el umbral de la canasta básica, las subas en alimentos representan un golpe directo al bolsillo. Por eso, la sensación de inflación suele ser más alta que el índice promedio.
Canasta desactualizada: Otra explicación técnica está en la composición de la canasta del INDEC, que no siempre refleja fielmente los hábitos actuales de consumo. Se ha prometido actualizarla, incorporando servicios digitales y eliminando productos obsoletos, pero mientras tanto persiste una brecha entre el índice y la realidad cotidiana.
Además, hay una subrepresentación de servicios esenciales como salud privada, educación y suscripciones digitales, que hoy ocupan un espacio importante en los gastos familiares.
¿Y qué pasa con otros servicios?
Durante los primeros 15 meses del gobierno de Javier Milei, los aumentos en alquileres, servicios públicos, transporte y telefonía móvil superaron incluso a los alimentos. Sin embargo, en el índice general, estos rubros tienen menos peso que los alimentos, lo cual distorsiona el reflejo real del costo de vida.
¿Y los factores propios del sistema comercial?
El comportamiento histórico de productores, comerciantes y cadenas de distribución, sumado a la volatilidad macroeconómica, también alimenta esta dinámica inflacionaria. La falta de previsibilidad y las expectativas de aumentos futuros terminan trasladándose a los precios actuales. Un viejo vicio de muchos comerciantes que será difícil desterrar, y va en perjuicio de los ciudadanos. Ante esto, el consumidor debe hacerse valer y no comprar o buscar otro comercio - algo que para ser francos - no siempre es fácil. ¿Alguna vez podremos los argentinos aprender a usar las redes sociales para incidir en los precios a la baja?
Un desafío urgente: garantizar el acceso a lo esencial
Esta situación reafirma la urgencia de políticas públicas que aseguren el acceso a los productos básicos, especialmente para los sectores más necesitados. Entender las causas estructurales del problema es el primer paso para pensar soluciones sostenibles y justas.
Argentina atraviesa cambios estructurales, y sorprendentemente está superando algunas variables históricas inflacionarias (una moneda débil, un déficit fiscal descontrolado y el precio del dólar, entre las más destacadas), pero aún así, las más mínimas noticias de problemas desequilibran el frágil proceso.
Del gobierno depende ser el árbitro que ajuste sus acciones y controle la sana competencia en favor del consumidor, atendiendo a los sectores más débiles de la sociedad. Una tarea que, en medio de un proceso electoral, parece difícil pero no imposible. Los precios acompañan, muchas veces, el devenir político de las naciones. Argentina no es la excepción.