Defensa de la soberanía en foros internacionales
Durante la reciente reunión del área de Derechos Humanos del Mercosur, celebrada los primeros días de mayo, la delegación argentina, bajo la presidencia pro tempore de Javier Milei, adoptó una postura clara: no aceptar agendas impuestas por organismos ideologizados ni ceder soberanía frente a principios ajenos a la cultura nacional.
La representante argentina, Úrsula Basset, jurista de prestigio y docente en la Universidad Católica Argentina y la UBA, encabezó la delegación con un enfoque jurídico riguroso. Desde su designación en marzo, impulsa una política exterior centrada en valores constitucionales, respeto a la identidad nacional y revisión crítica de temas promovidos por organismos internacionales, como la Agenda 2030 de la ONU.
Postura firme ante la imposición ideológica
Durante el encuentro, los representantes de Brasil y Uruguay intentaron avanzar con una serie de propuestas centradas en pueblos indígenas, afrodescendientes y comunidad LGBT, ejes que forman parte de la llamada “agenda woke”, fuertemente influenciada por el globalismo y la ideología de género. La delegación argentina, sin caer en provocaciones ni actitudes combativas, ejerció su derecho a objeción, exponiendo argumentos jurídicos y culturales que cuestionan la pertinencia de estos temas en el contexto regional actual.
El resultado fue el retiro de los representantes de Brasil y Uruguay de la reunión. Frente a ello, Argentina se mantuvo firme, defendiendo su autonomía y el derecho de cada nación a decidir libremente sobre sus prioridades sin presiones externas.
Basset: una jurista con trayectoria y compromiso
El rol de Úrsula Basset en este escenario internacional responde a una estrategia de profesionalización del cuerpo diplomático. Con años de trabajo en investigación sobre familia, niñez y derechos fundamentales, su nombramiento representa un giro hacia una política exterior seria, basada en principios y no en slogans.
La prioridad de su gestión es clara: proteger los derechos humanos desde una perspectiva arraigada en la realidad argentina, priorizando la familia, la infancia y el respeto a la cultura nacional, lejos de experimentos ideológicos ajenos a nuestras tradiciones.
Un cambio de rumbo con sentido común
El Gobierno argentino ha dado señales claras de que no seguirá agendas impuestas desde organismos multilaterales cooptados por ideologías “progresistas”. Este cambio no implica cerrarse al diálogo, sino ejercer con madurez el derecho a disentir y defender valores compartidos por la mayoría de los ciudadanos.
En tiempos donde muchas democracias se debaten entre la fidelidad a sus raíces o la sumisión cultural, Argentina comienza a ser ejemplo en Sudamérica de una postura valiente: la del sentido común al servicio de la ciudadanía, sin imposiciones ideológicas y en defensa de la soberanía, también, cultural.