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Cierre de listas en PBA: Una jornada grotesca con final abierto

El cierre de listas en la provincia de Buenos Aires tuvo todos los condimentos de una tragicomedia política. Lo que debía ser un procedimiento administrativo, terminó en un espectáculo de tensiones, acusaciones, operaciones cruzadas y un apagón eléctrico que pareció simbolizar —casi grotescamente— la oscuridad institucional que envuelve a algunos sectores de la dirigencia argentina.

En medio de ese caos, Sebastián Pareja, referente de La Libertad Avanza, tomó las riendas y logró algo que parecía improbable: disolver el aparato digital y político de “Las Fuerzas del Cielo”, el ala dura libertaria que comanda Santiago Caputo, con fuerte apoyo de trolls en redes. De paso, le ofreció al PRO una salida decorosa, tras una jornada en la que su debacle estructural quedó al descubierto. En efecto, varios intendentes del macrismo optaron por irse a otros espacios como Somos o Hechos, liderados por figuras locales como Julio Zamora (Tigre) y los hermanos Passaglia (San Nicolás).

 

Las Fuerzas del Cielo de Santi Caputo caen del Olimpo

El ala comunicacional y más radicalizada del oficialismo, autodenominada “Las Fuerzas del Cielo”, quedó completamente marginada del armado. No lograron imponer nombres, ni líneas internas, ni siquiera conservar su poder simbólico. El rechazo a Sebastián Pareja como armador del espacio fue evidente, aunque disimulado. Incluso se intuye un resentimiento latente hacia Karina Milei y la familia Menem (Eduardo “Lule”, Martín, Adrián y Shariff), quienes jugaron un rol clave en el operativo final.

Esta decisión implicó un corte con la lógica de confrontación digital que dominó la estrategia de campaña desde los primeros días del mileísmo. A la vez, permitió una recomposición institucional del espacio, que intenta mostrarse como una fuerza de gobierno más madura, aunque aún con muchas fisuras internas.

 

El PRO, con lo justo y sin gloria

Si bien el PRO logró ubicar a varios candidatos en las listas legislativas, lo hizo con el sabor amargo de la fragmentación. La partida de intendentes a fuerzas más locales deja en evidencia un proceso de desintegración, agravado por la falta de liderazgo nacional claro. Mauricio Macri mantuvo una participación distante y no pudo evitar que parte de su tropa busque otros rumbos más pragmáticos.

Con esta movida, el macrismo se anota una victoria parcial, pero también se despide, al menos por ahora, del sueño de seguir siendo eje de una coalición mayoritaria. Lo que queda es una fuerza política que se adapta para sobrevivir, sin grandes ambiciones transformadoras.

 

El apagón que terminó de simbolizarlo todo

La jornada cerró con un hecho tan insólito como revelador: un apagón eléctrico detuvo momentáneamente la carga de las listas en el sistema de presentación oficial. Algunos lo interpretaron como un símbolo del estado de cosas: oscuridad, improvisación y falta de previsión. Pero otros, más suspicaces, hablaron de “apagón autoinfligido”, una jugada deliberada para ganar tiempo y reordenar el caos interno.

Sea como fuere, la escena dejó al desnudo la precariedad con la que se mueven muchos espacios políticos hoy en Argentina. En vez de debates serios y propuestas de fondo, las horas previas al cierre fueron dominadas por traiciones, rumores y negociaciones febriles, más propias de una serie de ficción que de una democracia consolidada.

 

El peronismo bonaerense, en su peor versión

“El peor cierre que se recuerde en nuestra historia”. Con esta frase lapidaria, un dirigente kirchnerista resumía anoche el derrumbe simbólico y operativo del peronismo bonaerense. La escena fue particularmente dolorosa para el kirchnerismo duro, que descubrió con crudeza una nueva realidad: Cristina Fernández de Kirchner ya no tiene la lapicera. Ni siquiera pudo imponer el ritmo de la negociación, ni colocar un solo apellido Kirchner en las listas. Una derrota interna que marca el principio del fin de una era.

La situación, que en otro momento hubiera pasado desapercibida, hoy es un punto de quiebre. La elección en Buenos Aires es vital para el kirchnerismo, no por la amenaza de los libertarios o el macrismo, sino por la feroz interna que lo consume desde adentro. Cristina, otrora conductora indiscutida, tuvo que ceder ante la resistencia de los intendentes que alguna vez la respaldaron. Esos mismos barones del conurbano que le dieron estructura cuando aterrizó desde Santa Cruz ahora la obligan a dar un paso al costado.

 

Lo que está en juego en octubre

El cierre de listas bonaerense no es un hecho aislado. Es el anticipo de lo que vendrá en las elecciones legislativas de octubre, donde se definirá buena parte del destino del gobierno de Javier Milei. Será entonces cuando los argentinos deberán elegir si ratifican el rumbo actual, si piden correcciones o si, directamente, expresan su rechazo.

Por eso, más allá del escándalo de las listas, lo esencial es lo que está en juego: el Congreso que viene, las reformas por venir, y el equilibrio institucional de los próximos años. La dirigencia política —tanto del gobierno como de la oposición— está llamada a actuar con responsabilidad, madurez y sentido de Estado en pro del bien común, olvidado en todo este tema.

 

Que reine la cordura… si aún es posible

En medio del griterío tuitero, las zancadillas internas y los apagones simbólicos, todavía queda la esperanza de que los líderes políticos estén a la altura. Que la prudencia, la justicia y el bien común vuelvan a tener protagonismo en el debate público. Y que el pueblo argentino sepa distinguir entre la manipulación mediática y los proyectos de país verdaderos.

Porque, al final del día, como siempre, el poder lo tiene el ciudadano con su voto. Ojalá lo ejerza con conciencia y sabiduría. En octubre lo sabremos.

Cierre de listas en PBA: Una jornada grotesca con final abierto
El Cristiano 21 de julio de 2025
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