Los nuevos vientos que corren en el mundo son un llamado al sentido común.
El Presidente Milei con su discurso apuntó severamente a las ideologías que han sido “el virus” que está destruyendo a Occidente y alejándolo del bien común.
Luego, desde Washington, el Presiente Trump, cuestionó a Europa con sus medidas que no sólo complican a EEUU, sino complican a los países de la Unión Europea misma, en temas comerciales, en restricciones que nada tienen que ver, muchas veces, con eficiencia económica o bienestar de sus ciudadanos.
La agenda europea, más preocupada por cuestiones ideológicas que reales, ha creado problemas que no tenía, como por ejemplo el autoabastecimiento de energía, al cerrar usinas hidroeléctricas y plantas nucleares, para depender de recursos de terceros, o volver al carbón, incluso. Sabemos que suena casi increíble, pero el sinsentido de los ideólogos lo hizo posible.
Por citar un ejemplo cercano a nuestros afectos, España es el “líder europeo” en la destrucción de presas: 108 barreras fluviales de las 239 que en toda Europa de desmantelaron por motivos “ambientales”. De hecho, desde la península, ya hay críticas que la Dana, la inundación del año pasado en Valencia podría haberse evitado si algunas presas destruídas hubieran existido, menguando el impacto.
Pero mucho más grave es la agenda de control de la natalidad, que en Europa, también con supuestos buenos pretextos, se está asistiendo a un estado crítico en los índices de natalidad negativa, conseguidos con las políticas de promoción al aborto y a modelos sociales “progresistas” que están fijados por la Ideología de género. Países como Hungría están tomando medidas en la promoción de la familia y de la natalidad, apoyando a los matrimonios que traen hijos al mundo.
Como combinación trágica, la Unión Europea ha permitido el ingreso casi irrestricto de migrantes indocumentados que hoy deambulan por España, Francia, Italia y otros países, y están ocasionando serios problemas de convivencia e inseguridad.
En ese contexto, también en Davos, la directora general del FMI, Kristalina Georgieva, señaló en su mensaje “crean en ustedes”, dirigiéndose a los europeos. Giorgieva, de nacionalidad búlgara, dijo: “Mi consejo para mis conciudadanos europeos, es más autoconfianza. Crean en ustedes y, lo más importante, díganselo a los otros”. Y propuso un cambio de actitud, recordando a EEUU y su cultura de confianza. En esta línea, la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, advirtió que “Si los dirigentes europeos empiezan a comportarse como es debido, respondiendo a este llamado de atención y a la amenaza existencial, hay un enorme potencial para Europa”.
No sólo el comercio internacional está en juego entre Europa y America, más allá de las declaraciones enfocadas en esa témática de Giorgieva y Lagarde, sino, como vemos, la propia subsistencia de la cultira que hizo grande a Occidente, y hoy está siendo reivindicada por la política que emerge en todas partes del mundo, desde el sentido común y mirando a los valores cristianos que hicieron a la Civilización Occidental faro del mundo. De nosotros también depende.