En su reciente discurso en Davos, Javier Milei destacó su firme defensa de la vida y de la cultura occidental, enfatizando la importancia de formar a los jóvenes en valores sólidos en lugar de imponerles ideologías como el wokismo y la ideología de género. Y señaló con crudeza los extremos a los que llegaron en su imposición, incluso con ejemplos sobre los “derechos” que desde esas ideas totalitarias se impusieron en la agenda cultural y social, pero también con las sanciones que se aplicaron a los que resistían públicamente (en redes sociales, y concretas, en universidades, trabajos, o simplemente aplicándoles la ya conocida “cancelación”.
Nos queremos referir a éstos conceptos porque, aunque también habló de economía, es esto lo que golpeó al establishment globalista. Y produce aún escozor en los medios que los apoyan, con frases como “polémico discurso”, por sólo citar uno.
Milei se posicionó en contra del globalismo y de las agendas de organismos internacionales, como la Organización de las Naciones Unidas, o la Organización Mundial de la Salud (OMS), que a menudo promueven enfoques que desestabilizan las tradiciones y valores culturales arraigados en las sociedades occidentales, con una agenda de aborto y promiscuidad, que ya está ocasionado estragos en los índices de natalidad y recambio generacional, con consecuencias sociales, económicas y hasta geopolíticas gravísimas.
Milei argumentó que el respeto a la vida humana, desde su concepción hasta su término natural, es un pilar esencial de cualquier democracia saludable. En lugar de ceder ante la presión de narrativas globales que pretenden redefinir lo que significa ser humano, él aboga por un enfoque educativo que se centre en la transmisión de valores, ética y principios morales. Esta perspectiva es fundamental para contrarrestar la hipersexualización y la confusión que actualmente permea el discurso sobre la identidad y la familia. Polémico? Esto sí, pero durante años encorsetaron a la sociedad con un discurso donde la corrección política pasaba (y pasa) por estas ideas afiebradas.
Sin embargo, como dijimos, el impacto de su discurso fue recibido con críticas feroces por parte de medios masivos que respaldan la agenda globalista. A menudo emplean falacias y distorsiones para desacreditar estas afirmaciones, argumentando enfoques “retrógrados o extremistas. Estas críticas suelen carecer de un análisis profundo y recurren a la descalificación del mensaje en lugar de involucrarse en un debate constructivo sobre las preocupaciones que trae a la luz.
Al atacar su defensa de la cultura occidental y los valores familiares, estas plataformas mediáticas evitan abordar las raíces del descontento social que muchos ciudadanos sienten frente a la imposición de ideologías consideradas ajenas a nuestra cultura argentina, o con criterio lógico, las ven perjudiciales para nuestros menores, en especial.
Milei sostiene que es vital que se enseñen a los niños principios y valores que fomenten el respeto, la empatía y la responsabilidad. La promoción de ideologías que distorsionan la percepción de género y sexualidad, como el wokismo, puede tener consecuencias graves en el desarrollo emocional y ético de las futuras generaciones. Hoy, el gobierno nacional está reviendo todos los contenidos de la ESI, que seguía sumando incluso libros con lecturas de tipo pornográfico (y que el gobierno de la Provincia de Buenos Aires ha adquirido y los tiene en su biblioteca “cultural”).
Cuando a los niños y jóvenes se les presenta una visión del mundo que está más enfocada en las agendas políticas que en su bienestar integral, se corre el riesgo de crear una sociedad desprovista de valores coherentes y principios que sustenten la convivencia pacífica. Si se los desprovee de sentido común, como se llegó, el paciente entró en terapia intensiva. Y por eso, desde estas líneas, afirmamos que el wokismo y la ideología de género son un virus social, como lo afirmó el presidente argentino en Davos.
El discurso de Milei en Davos no solo representa una crítica a las organizaciones que buscan imponer modelos de conducta sin considerar el contexto cultural y social, sino que también es un llamado a regresar a las raíces de la educación y de la cultura occidental y cristiana, que forman la base de un futuro sólido y saludable para nuestra Argentina. Aún a pesar que algunos, desde un sillón de Davos, les parezca “polémico” lo que hasta hace 10 años fue lo normal por cientos de años.
El Discurso de Milei en Davos: Un análisis en clave de valores.