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Elecciones de Medio Término: El Fin de una Era

El sismo político provocado por la irrupción libertaria no solo sacudió el tablero electoral, sino que dejó al descubierto un fenómeno inevitable: el ocaso de los liderazgos que dominaron la política argentina durante las últimas dos décadas. Mauricio Macri y Cristina Fernández de Kirchner, símbolos de una polarización agotada, hoy enfrentan el desgaste de sus figuras y el replanteo de sus espacios.

 

Macri, en jaque dentro de su bastión

En el caso del ex presidente, el desafío se libra en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, territorio históricamente controlado por el PRO. Allí, el macrismo enfrenta tensiones internas que reflejan un cuestionamiento profundo a su liderazgo. El futuro del espacio ya no depende solo de su figura, y la disputa por la sucesión en la Capital es apenas una muestra de lo que vendrá.

El ala más de izquierda hoy representada por Rodríguez Larreta, que finalmente salió del closet político, lo demuestra: vsa por afuera. Y se acerca a personajes como Lusteau, que deformó el radicalismo hasta convertirlo, casi, en un apéndice del kirchnerismo, lugar por cierto, del que el ex ministro de Cristina jamás abandonó ideológicamente.

Finalmente hay un reacomodamiento de figuras que ya pasaron a las filas libertarias luego de la “tábula rasa” de Milei, como Bullrich, ex candidata del espacio a presidente, que tensa al sector de derecha del electorado desencantado de la gestión actual y de las políticas progresistas hoy en retirada, de adoctrinamiento en las escuelas y el aborto, no menor, que a pesar de los amagues, siguen firmes en la agenda de Jorge Macri, y en su lista sábana lleva a Lospennato y cinco candidatos más en los primeros lugares, todos “verdes”. Una afirmación que nada va a cambiar si son elegidos por los vecinos de CABA.

¿Bastará la deteriorada imagen de Mauricio Macri para sostener sus candidatos y a la vez defender el modelo de Milei, con Bullrich y Larreta en el tironeo electoral porteño?

 

Las grietas del mileísmo también emergen

En las filas libertarias, la situación tampoco es sencilla. Las luchas internas, los desplazamientos abruptos y la manera desprolija de excluir a referentes del espacio –incluso a aquellos que siguen defendiendo el ideario libertario luego de ser eyectados por el llamado “triángulo de hierro”– revelan tensiones que van más allá de la estrategia política.

Muchos de estos exiliados incluso perdonan a sus verdugos, enviando señales públicas al presidente Milei, como si intentaran advertirle que su círculo más íntimo, en especial su hermana Karina, podría estar desconectada del electorado que a él lo votó.

¿Por qué fueron desplazados figuras como Ramiro Marra o Diana Mondino? ¿Qué ocurrió realmente con Victoria Villarruel, apartada sin disimulo por no alinearse del todo al pensamiento verticalista del mileísmo? ¿La tábula rasa no funciona para los propios, mucho más cercanos al pensamiento de La Libertad Avanza, que los que fueron sumados, incluso?

En la ciudad de Buenos Aires se verá qué pasa con la candidatura de Marra que, sin apartarse de una postura prudente, sale con su propia boleta y puede dar la sorpresa. Y hasta demostrar con votos que Karina debe bajar un cambio. Estas preguntas, aún sin respuesta clara, alimentan la narrativa opositora, que, aunque fragmentada, aprovecha con gusto el desconcierto dentro del oficialismo libertario.

 

Cristina y la batalla por el conurbano

En el terreno del peronismo, el escenario clave es la provincia de Buenos Aires, particularmente el conurbano. Todo indica que Cristina Kirchner podría presentarse como candidata a diputada provincial por la tercera sección electoral. Pero más allá del cargo, lo que está en juego es el dominio político del conurbano bonaerense, ese núcleo urbano densamente poblado, empobrecido y cargado de tensiones sociales.

El kirchnerismo, cada vez más replegado, se reduce hoy a un partido municipal que libra su interna entre intendentes y aparatos locales sin proyecto de renovación. La Cámpora, antaño la promesa de una nueva generación militante, se presenta ahora como una estética “progre” para reciclar los mismos nombres de siempre.


El agotamiento de un modelo

¿Qué quedó de aquel aparato político que durante años ocupó los tres poderes del Estado, controló medios, sindicatos, universidades y una extensa red de organismos públicos? Muy poco. Su modelo económico fracasó, y tras una larga etapa de empobrecimiento colectivo y derrotas electorales, el ciclo parece agotado.

Los gobernadores peronistas son prescindentes de esta lucha en la cúpula, y siguen reuniéndose con Francos, privilegiando sus provincias a la necesidad de CKF de perpetuar su figura política dentro del justicialismo, como una estrategia más para zafar de la Justicia.

La disputa entre Axel Kicillof y Cristina Kirchner se inscribe en este contexto. El gobernador bonaerense recibió su capital electoral de la expresidenta, pero ahora necesita independizarse si quiere evitar el destino que tuvo Alberto Fernández: el de un dirigente sin poder real, atrapado en la sombra de su mentora.

 

Separar las elecciones: una jugada arriesgada

La decisión de Kicillof de desdoblar las elecciones provinciales respecto de las nacionales plantea más preguntas que respuestas. Si ambas facciones compiten en la elección general, el peronismo corre el riesgo de perder votos clave que impactarían en la Legislatura y en los concejos municipales. Esto podría complicar severamente la gobernabilidad de la provincia.

En cambio, si Kicillof se impone, abriría la puerta a un nuevo ciclo dentro del peronismo bonaerense, con un candidato presidencial validado por las urnas. Pero para eso, Cristina debe arriesgarse a competir… y a perder.

 

Septiembre define, octubre sentencia

La interna del peronismo se jugará en una primera ronda eliminatoria en septiembre, con la elección provincial. Pero la verdadera final será en octubre, cuando se defina la representación bonaerense en el Congreso Nacional. La jugada de Kicillof expuso lo que muchos intuían: el peronismo está fracturado y segmentado, incluso en su histórico bastión electoral.

Lo que parecía una estrategia electoral se revela ahora como un síntoma más profundo: el fin de una hegemonía que ya no tiene el control asegurado, ni siquiera en su casa.

Mientras, los argentinos siguen por los medios esta novela electoral, junto a las noticias sobre el terremoto arancelario de Trump y las idas y vueltas de Wanda. Claro, cuando apartan la vista de las pantallas, la realidad del día a día (el súper, la escuela de los chicos, la seguridad y tantas otras prioridades) los sacude. Esperemos que los cantos de sirena de las campañas que se avecinan no logren aturdir a los votantes, que son los que verdaderamente van a decidir quién será el que los represente, qué modelo de Nación quieren en adelante, y en definitiva, si estamos en el fin de una Era.

En las huestes libertarias tampoco anda todo bien. Las luchas intestinas, el casi torpe formato de eliminar de sus filas o del gobierno a personas que, incluso habiendo sido eyectados por el “triángulo de hierro”, siguen defendiendo las ideas libertarias. Y hasta perdonan a sus verdugos, en un claro guiño político a Javier Milei, señalándole que tal vez su hermana está desoyendo a las propias bases que todavía se preguntan porqué Marra o Mondino; o incluso la propia vicepresidente Victoria Villaruel, pon no hacer o comulgar al 100% con el pensamiento verticalista del mileísmo, fue apartada de la forma en que lo hicieron, y ayudan a la oposición que aún fragmentada, se regodea en esta incomprensible situación.

Elecciones de Medio Término: El Fin de una Era
El Cristiano 10 de abril de 2025
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