Netanyahu en una encrucijada política y militar
Benjamín Netanyahu enfrenta uno de los momentos más críticos de su gestión como primer ministro de Israel. En medio de un conflicto prolongado en la Franja de Gaza con Hamas, el líder israelí se debate entre continuar una ofensiva militar total o ceder ante las presiones internacionales y optar por un alto el fuego. Esta decisión no solo impactará el destino inmediato del conflicto, sino también la posición geopolítica de Israel a largo plazo, especialmente respecto a su relación con Estados Unidos, su principal aliado histórico y Europa.
La posibilidad de una invasión total de Gaza
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) ya han desplegado tropas en las afueras de Gaza y están listas para ejecutar una ofensiva terrestre a gran escala. Según declaró Netanyahu el 19 de mayo, Israel está preparado para “tomar el control de toda Gaza”, lo que implica expandir su dominio actual, que ya cubre el 30% de los 365 km² del enclave.
Algunos sectores del gobierno israelí, especialmente figuras como el ministro de Finanzas Bezalel Smotrich, incluso van más allá, proponiendo desmantelar completamente la Franja de Gaza y describiéndola como una “gran ciudad del terror”. Estas declaraciones reflejan la línea dura que predomina en la actual coalición de gobierno israelí.
Un costo humano incalculable
Desde el colapso del último alto el fuego el 18 de marzo, se estima que han muerto cerca de 5.000 gazatíes, sumando más de 50.000 víctimas desde el inicio del conflicto, incluidos combatientes. Las FDI realizan más de 100 ataques aéreos diarios y han advertido a los residentes de zonas como Khan Younis que evacúen ante la inminencia de un “ataque sin precedentes”.
La situación humanitaria es dramática. La hambruna se ha vuelto generalizada en la región, y el ingreso de ayuda humanitaria ha sido bloqueado por Israel hace ya dos meses y medio. Esta política ha generado fuertes críticas internacionales, acusando al gobierno israelí de convertir Gaza en un verdadero campo de exterminio.
Tras más de 50.000 muertos por el bombardeo indiscriminado, Tom Fletcher, secretario general para Asuntos humanitarios de la ONU manifestó que la mayoría son mujeres y niños, y el bloqueo humanitario sumado a la destrucción casi total de viviendas e infraestructura “14.000 bebés morirán en las próximas 48 horas” si la ayuda necesaria para alimentarlos no logra entrar en Gaza.
Bebé gazatí que evidencia la desnutrición provocada por la hambruna (Foto BBC)
La comunidad internacional empieza a perder la paciencia con Israel. De hecho, también Reino Unido, Canadá y Francia han advertido que podrían “tomar medidas de represalia” contra el gobierno de Benjamin Netanyahu si persiste con estas acciones, calificadas por estos países como inaceptables.
París, Ottawa y Londres reconocen que, tras el "atroz ataque" del 7 de octubre, Israel "tenía derecho a defender a los israelíes contra el terrorismo. Pero esta escalada es totalmente desproporcionada".
El propio primer ministro británico ha dicho estar "horrorizado por la escalada de Israel", y su gobierno ha suspendido las negociaciones que mantenía con Israel para alcanzar un acuerdo de libre comercio.
Presiones internas y externas contra Netanyahu
La oposición israelí también ha aumentado su presión sobre Netanyahu, criticando el uso excesivo de la fuerza y la negativa a permitir la ayuda humanitaria. Para muchos analistas, el primer ministro utiliza la guerra como herramienta para sostener su gobierno, debilitado por denuncias de corrupción y por la creciente pérdida de apoyo popular.
"Mis impuestos se están gastando en una guerra que ha matado a miles de niños. Estamos llevando a cabo un genocidio. Y no puedo hablar de ello en Israel", reconoció Yael Noy, directora de la organización israelí Road to Recovery (camino a la recuperación), a la corresponsal diplomática de la BBC.
"Un país sensato no libra combates contra civiles, no mata bebés como pasatiempo y no se fija como objetivo expulsar a una población", criticó Yair Golan, militar retirado, diputado y líder del partido Los Demócratas.
Una eventual tregua, aunque alivie el sufrimiento inmediato, podría provocar el colapso de su administración. Por eso, Netanyahu se aferra a una narrativa de “victoria total”, reforzando el respaldo de sectores radicalizados dentro de Israel, pero distanciándose cada vez más de la comunidad internacional.
El líder de la oposición Yair Golan y el primer ministro Netanyahu
Tensiones con la administración Trump
Aunque en un principio la administración de Donald Trump apoyó a Israel en su acción militar, las tensiones entre ambos gobiernos han comenzado a evidenciarse. Steve Witkoff, enviado de Trump, ha sugerido que Netanyahu debería buscar una salida negociada, mientras que J.D. Vance, vicepresidente de Estados Unidos, canceló recientemente su viaje a Israel, con el mensaje que esto implica: un rechazo a apoyar una expansión militar más agresiva.
Trump ha expresado públicamente su deseo de que la guerra termine, se liberen rehenes y se permita el ingreso de ayuda humanitaria. Sin embargo, ha sido ambiguo al momento de responsabilizar a una parte del conflicto. Ha condenado a Hamas claramente por la violencia, pero también ha dado evidentes señales de molestia con la estrategia de Netanyahu.
Un cambio en la política exterior estadounidense
El primer ministro israelí también ha manifestado su descontento ante recientes decisiones de la Casa Blanca: el inicio de negociaciones con Irán sobre su programa nuclear, el levantamiento de sanciones contra Siria y la exclusión de Israel en la gira de Trump por Medio Oriente. Para el gobierno israelí, estos movimientos son una señal alarmante de que su influencia sobre Washington podría estar disminuyendo.
En paralelo, la posibilidad de que Arabia Saudita se sume a los Acuerdos de Abraham, un proyecto central para la política exterior israelí, se desvanece. Trump ha aceptado que esa normalización no ocurrirá hasta que se resuelva el conflicto en Gaza, lo que deja a Israel sin uno de sus principales objetivos diplomáticos.
Un canal diplomático aún abierto
A pesar de la intensificación del conflicto, todavía hay señales de que la diplomacia no está completamente muerta. Estados Unidos y Catar han intervenido para intentar negociar un nuevo acuerdo entre Israel y Hamas. En ese marco, Hamas liberó recientemente a un soldado con doble nacionalidad israelí-estadounidense, y por su parte, Israel permitió en ese momento la entrada de suministros bajo un estricto control militar.
Este gesto, aunque fue limitado, podría indicar una voluntad de diálogo. La posible muerte de Mohammed Sinwar, uno de los líderes de Hamas, también podría allanar el camino a una negociación más pragmática. Sin embargo, Hamas ha dejado claro que no aceptará ninguna propuesta que no implique el fin definitivo de la guerra.
Israel ha ofrecido un alto el fuego de aproximadamente dos meses, lo que demuestra una posibilidad de paz, al menos por ese lapso de tiempo, y una negociación más efectiva.
Un futuro incierto y una urgencia humanitaria
Pero en ausencia de un acuerdo, hoy el escenario que se vislumbra para las próximas semanas es sombrío. Netanyahu ha reiterado que no habrá cese de fuego sin una victoria total, lo que implicaría una mayor devastación en Gaza y un riesgo creciente de que el conflicto se expanda a otros actores regionales.
La comunidad internacional tiene un papel crucial en este momento. Es imperioso que se intensifiquen los esfuerzos diplomáticos para lograr un alto el fuego duradero y garantizar el ingreso urgente de ayuda humanitaria, en conformidad con las leyes internacionales. La población civil de Gaza, víctima del terrorismo de Hamas y de la brutalidad de Netanyahu, se debate entre la hambruna, las bombas y la muerte.
El llamado a la paz del Papa
En este contexto de violencia extrema, el Papa León XIV ha elevado su voz en favor de la paz. Ha pedido al mundo entero trabajar por el cese de las guerras, a través de la acción y la oración. Su mensaje no es solo una exhortación espiritual, sino también un llamado a la responsabilidad política y moral de todos los líderes del mundo.
La paz en Gaza no será solo el fin de una guerra más, sino la posibilidad real de cambiar el curso de una región marcada por la violencia y el sufrimiento.