La contienda electoral ya está en marcha y, en consecuencia, el tono entre oficialismo y oposición se ha intensificado hasta niveles inéditos. El Gobierno persigue una mayoría legislativa para avanzar con su agenda, mientras que el kirchnerismo se aferra a los votos para mantener su relevancia electoral. Esta dinámica de “todo o nada” anula la posibilidad de diálogo y arrastra a la ciudadanía hacia un escenario institucional desgastante.
Redistribución de fondos y la tensión con los gobernadores
Uno de los proyectos más sensibles en discusión es la redistribución automática de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN). Siguiendo el impulso de gobernadores de distintas provincias, el Senado dio media sanción a una reforma que ajusta la distribución de estos recursos. Federico Sturzenegger, ministro de Desregulación y Transformación del Estado, alertó sobre el impacto que tendría si el presidente Milei promulga la ley: pondría en cuestión la actual ley de coparticipación. La advertencia no es menor: involucraría al Congreso en una reforma profunda del federalismo fiscal. Aunque en las últimas horas Sturzenegger mismo dijo que no vetaría la redistribución automática de Aportes…
Mientras, desde Salta, el gobernador Gustavo Sáenz respondió públicamente a Milei, calificando de “injustas” sus críticas hacia los mandatarios provinciales: “Meter a todos en la misma bolsa está siendo algo injusto”, dijo. Sáenz sostuvo que muchas provincias han respaldado las políticas del gobierno nacional, y que el Presidente omitió este respaldo al llamarlos “traidores”.
Francos: un puente entre Nación y provincias
Ante esta creciente tensión, Guillermo Francos, jefe de Gabinete nacional, adopta un perfil más institucional. Explicó que está en curso “un diálogo permanente” con mandatarios provinciales, e incluso confirmó que hay gobernadores dispuestos a articular con el Ejecutivo para asegurar la gobernabilidad. Sin embargo, reconoció que el clima electoral condiciona la negociación: “La Nación no puede aprobar un aumento del gasto sin financiamiento”, afirmó, reafirmando la prioridad de mantener el déficit cero.
Francos destacó que el carácter positivo de Milei en las encuestas y el apoyo popular a las reformas de reducción del Estado han generado interés político para nuevas alianzas provinciales. Pero aclaró que estas deberán convivir con el marco presupuestario definido.
Sin apartarse de los dictados de Milei, los modos de Francos brindan un espacio para el diálogo como sólo él puede llevarlo. En ciertos círculos, Francos es visto como el que saca las papas del fuego, cuando el presidente extralimita su vocabulario. Guillermo Francos sigue siendo el gran diplomático al que todos deberían imitar…
El calendario del conflicto social
Pero mientras Francos recoge las plumas y reconstruye el diálogo, la polarización no se limita al Congreso. Del otro lado del ring electoral, se las ingenian para complicarle la tarea: Se espera una movilización convocada por la CGT para el 7 de agosto, en respaldo al kirchnerismo. A estos movimientos se sumó un paro nacional de trabajadores de la salud, convocado para el 17 de julio, en defensa del Hospital Garrahan y contra los recortes presupuestarios.
Estos episodios revelan que la campaña electoral ya se despliega también en las calles, gestando un escenario de creciente de más presión social.
Los roces internos del oficialismo
El Gobierno no escapa a los conflictos internos. Y hoy es el tema de la prensa, que se regodea con la disputa entre el presidente Javier Milei y la vicepresidenta Victoria Villarruel, que se ha tornado pública. El destrato del 25 en el Tedeum tuvo respuesta por estas horas de parte de ella, abandonando su postura de pasividad. Todo comenzó cuando respondió a un innecesario twitt de Patricia Bullrich sobre su responsabilidad en la sesión del Senado…
Mientras la oposición disfruta de la escena de pugilato entre Milei y su vice, algunos analistas como Sergio Abrevaya opinan que Javier Milei: "Se va fagocitando incluso a los propios. Creo que pronto vamos a asistir a una crisis institucional generada por él mismo". La tábula rasa para Victoria, por errores como su foto con Isabel (innecesaria también), o la poco feliz frase sobre “el jamoncito del medio”, o su crítica a Francia cuando se estaban consiguiendo acuerdos con el gobierno encabezado por Macron, no llegó.
Incluso algunos integrantes de La Libertad Avanza han cuestionado la estrategia de confrontación interna, señalando que esos choques no traducen votos, sino desorientan a la base de votantes propios. El desconcierto interno cuestiona la coherencia de la campaña oficial.
Una oposición sin luces de unidad
Al otro lado del tablero, el peronismo atraviesa su propia crisis interna. Con múltiples frentes en pugna y protagonistas en busca de visibilidad, el escenario se fragmenta. La figura de Cristina Fernández, condicionada por su condena judicial, ya no ejerce el poder de convocatoria de antaño, a pesar de que la Justicia le permite hacer política por las redes sociales y hace pocos días fue la estrella del acto kirchnerista, transmitiendo desde San José 1111.
El PJ sigue desenfocado, y predica discursos grandilocuentes pero carece de una estrategia electoral compartida. Hay gente del riñón de Kicilof que ya ningunean a Máximo, ahora lejos de su mamá, que usa tobillera y no puede ausentarse del radio de su casa.
¿Quién sale perdiendo?
La ciudadanía, sin dudas, es la principal perjudicada. Y la democracia, claro está.
En lugar de propuestas concretas para enfrentar los desafíos del país—como pobreza, inequidad, salud y educación—, el debate público gira en torno a quién es más “leal” o “traidor”. La institucionalidad también sufre.
El espectáculo político pierde credibilidad frente a la pérdida de respeto a la deliberación democrática y el bien común. La gente observa con desencanto cómo las instituciones se usan para disputas de poder.
El contexto macroeconómico brinda un respiro… pero no garantiza nada
A pesar de este panorama, hay indicadores alentadores: la inflación mensual se moderó a 1,6%, y el dólar se mantiene dentro de la banda oficial, pero presionado por los acontecimientos que describimos y también allí inciden.
Sin embargo, los economistas advierten que estos logros solo son sostenibles si se consolida un clima de diálogo y previsibilidad. El fondo de la reforma fiscal aún no está aprobado, y la estabilidad macroeconómica depende en buena medida de la consolidación de acuerdos políticos sólidos.
¿Una oportunidad para volver a la sensatez?
El escenario actual abre una posibilidad única: reconstruir la cultura del diálogo. Frente a desafíos como la llegada de más recursos a las provincias, la defensa de servicios públicos esenciales, y el impulso de las reformas econóZZmicas planteadas por el oficialismo—tributaria, laboral, previsional—es imprescindible apuntar a consensos amplios.
En definitiva, pareciera que necesitamos más Guillermos Francos que prioricen el bien común y el dialogo sobre las ambiciones sectoriales y la política electoral. La convocatoria es clara: retomar el respeto por las instituciones, la prudencia en las palabras y la responsabilidad hacia el pueblo.
Una encrucijada para la República
Las próximas semanas definirán si la Argentina opta por profundizar la polarización y el destrato verbal o reencauza el camino hacia la estabilidad mediante la convivencia y la construcción democrática, aún entre adversarios, no enemigos.
La narrativa confrontativa puede traer victorias electorales puntuales, pero no construye ni garantiza progreso. Y aún así, nada está definido para la próxima elección, y los mejores cálculos pueden costar caro.
La gran pregunta es si los dirigentes estarán a la altura. Lo dijo Francos: “El país necesita un Congreso comprometido con la coherencia fiscal pero también con el bien común”. Hoy, esa coherencia depende de un cambio de actitud, no de retórica. O el pueblo le hará saber en las urnas su opinión. A todos.