Las negociaciones para consolidar “Tucumán Primero” encienden expectativas y tensiones. Como en un proceso amoroso, las alineaciones se acercan, analizan recíprocamente voluntades y debaten prioridades. En el centro están el gobernador Osvaldo Jaldo y el senador nacional Juan Manzur, figuras conocidas cuyos “claro-oscuros” marcan el ritmo de esta aspiración de unidad.
El reciente encuentro del 9 de Julio fue solo el inicio. Una segunda reunión, esta vez a solas y en confianza, ocurrió durante la semana. Fuentes oficiales señalan que hablaron sobre el armado de listas y diseños de candidatos, aunque sin definir acuerdos concretos. El borrador de nómina existe, pero aún está en discusión, sin cierre definitivo.
La cuenta regresiva presiona
Con el plazo para inscribir listas venciendo en menos de un mes, la urgencia crece. Ambos sectores, jaldismo y antimileísmo, coinciden en la necesidad de unificar esfuerzos. Las encuestas revelan que dividirse significaría un triunfo casi seguro para La Libertad Avanza. Jaldo busca su reelección y no quiere dejar nada al azar; el antimileísmo teme ser señalado como responsable de una derrota.
Sin embargo, la idea de “unidad” se entiende de distinto modo en cada campamento:
- Desde el jaldismo: sellar la unidad implica incluir al antimileísmo en una lista conjunta, para encarar juntos la campaña y asegurar gobernabilidad local hasta 2027, junto a una convivencia inevitable con el Gobierno nacional.
- Desde el antimileísmo: la unidad no sólo refuerza contra Milei, sino que abre espacio político para disputar poder en el peronismo local, identificarse con una línea propia y preparar comicios provinciales futuros.
Fortaleza y debilidades en juego
En Casa de Gobierno mantienen bajo reserva el cronograma y las negociaciones, liderado personalmente por Jaldo. La premisa es clara: “no perder” y seducir al antimileísmo con espacios en la lista. Se evalúan reservas de nombres y la posibilidad de que el propio gobernador encabece por consenso, como gesto de unidad.
La gestión de Jaldo goza de buena imagen, lo que fortalece su posición negociadora. Pero el principal dilema sigue siendo el armado de listas: ¿incluyen aspirantes disidentes de 2021 y críticos actuales? Esos referentes cuestionan la conveniencia de compartir espacios con dirigentes que antes peleaban por la candidatura.
¿Quién manda? La incógnita de Manzur
El rol de Juan Manzur —exgobernador y senador nacional— genera incertidumbre. Desde el sector antimileísta critican que, tras su reunión con Jaldo, no quedó claro a quién representa ni qué pretende. Proponen nombres propios como Javier Noguera o Sandra Mendoza, pero Manzur propuso que una encuesta defina qué candidato encabeza, generando tensiones.
Los disidentes sospechan que su objetivo no es una unidad real, sino evitar que una ruptura lo deje expuesto. Y recuerdan que luego de las internas de 2021 Manzur no los respaldó, lo que evidencia desconfianza presente.
Presión, reclamos y formalidades
Para sumar más leña a la hoguera, el jaldismo envió una carta documento prohibiendo al kirchnerismo tucumano (que ya inscribieron el sello “Fuerza Patria”) usar el color celeste, “peronista” o “Tucumán” en su sello. Más que regulación, el gesto fue percibido como demostración de fuerza, con la intención de evitar que los adversarios identifiquen simbólicamente el espacio como parte del mismo proyecto.
¿Se mantiene el compromiso?
Aun así, las partes siguen hablando. El antimileísmo exige que el próximo encuentro sea presencial en Casa de Gobierno, con todos los actores presentes, para avanzar con claridad. Y prepara su lanzamiento formal para el 26 de julio, aún sin certezas sobre la participación en una lista conjunta.
En paralelo, se continúa monitoreando encuestas y análisis internos para calibrar el apoyo real de LLA y el impacto de dividir el voto. Jaldo confía en sostener el liderazgo si logra consensos, pero sabe que perder es una opción que no está dispuesto a asumir.
Una definición con consecuencias clave
Los próximos siete días serán decisivos. Si prospera el acuerdo, Tucumán estrenará frente unificado peronista. Si no, llegará dividida a la línea de largada y arriesgará sus chances contra La Libertad Avanza. Más de dos años de gestión están en juego, así como el balance económico, social y político provincial.
En esta ecuación no hay que descartar a los otros espacios opositores, pero al gobierno provincial de Jaldo, que también podrán mellas, en este caso ya no al extinto Cambiemos sino a La Libertad Avanza. Es el caso de Fuerza Republicana (que siempre jugó a dividir el voto opositor) y de los jirones del radicalismo y el Pro tucumano, que se debaten ya no para ser el adversario de Jaldo, sino por la subsistencia.
El peronismo tucumano define algo más que candidaturas: es lo único que está claro, y lo sabe Jaldo. Las otras partes lo saben también, y el reloj ya marcó cero. La carrera hacia la unidad, entre convergencia y dudas, entra en su tramo final. Solo resta ver si lo ganadores serán los que apuestan a acordar o quienes se resignan a la fragmentación.
Los tucumanos deberán emitir su voto y no les será fácil. Como lograr consensos en los intereses internos del arco opositor y del propio oficialismo. Las urnas tendrán la respuesta a los muchos interrogantes que se plantean.