De la fama al vacío: un testimonio de vuelta a Cristo
El actor español Jaime Lorente, conocido por su papel como “Denver” en la exitosa serie La Casa de Papel, compartió públicamente su regreso a la fe católica. En una reciente entrevista, relató cómo, luego de años de búsqueda y oscuridad interior, volvió a Dios. “Lo único que me quedó fue echarme de rodillas”, afirmó. Su testimonio revela una conversión profunda, impulsada por una experiencia interior transformadora.
Una infancia marcada por la fe
Nacido en Murcia en 1991, Lorente creció en una familia católica vinculada al Camino Neocatecumenal. Según recuerda, la presencia de Dios fue una certeza constante en su hogar. “Mis padres no solo me enseñaron la fe, me la demostraron con su vida y su matrimonio”, relató. Destacó que el amor familiar fue una fuerza clave: “El amor ha sido la solución a muchos de nuestros problemas. Era casi místico”.
Alejamiento y crisis interior
A los 14 años, se alejó de la comunidad. Sentía que la fe le imponía límites y que no lograba conectar con los demás. Reconoció que necesitaba romper con todo para descubrir por sí mismo el sentido de las cosas. Años más tarde, la fama llegó con fuerza, pero no trajo paz. “Me sentía cada vez más perdido. Fue una etapa muy oscura”, confesó.
Durante ese período, abrazó lo que él llama su “sombra”, tratando de gestionar el dolor en soledad. Terminó cayendo en un laberinto emocional que lo llevó a tocar fondo. “Los actores somos valientes cobardes que usamos máscaras”, reflexionó. Incluso llegó a sentir vergüenza por su trabajo.
El momento del quiebre: de rodillas ante Dios
La conversión llegó en un acto de desesperación. “Todo cambió cuando me arrodillé. No podía más”, recordó. Inspirado por una frase de su madre —“El Espíritu Santo puede hacer cosas que ni te imaginas”—, comenzó a leer la Biblia diariamente. Hoy, asegura: “No hay día que no la lea. Me coloca en mi lugar”.
Una fe que transforma
Para Lorente, la fe es algo palpable. “Se toca, se siente. Te cambia la razón y te toca el corazón”, explicó. “No es fe en algo que no ves, tío. ¡Es que lo ves!”. Asegura que no se trata de creer en lo invisible, sino de vivirlo de forma real: “Cuando lo vives, no hay duda. Lo sé con certeza. No tengo ni la más mínima duda”.
También compartió cómo su renovada relación con Dios se manifiesta en su vida cotidiana: “Todo el día estoy conversando con Él”.
Para Lorente, la fe «se toca, se siente». Asegura que «se palpa, te cambia la razón y te toca el corazón». Y añade: «No es fe en algo que no ves, tío. ¡Es que lo ves!». «Cuando lo vives no hay duda, es». Y sentencia: «Lo sé con certeza. No tengo ni la más mínima duda». Dice que Dios está presente a lo largo de su jornada: «Todo el día estoy conversando con Él».
Familia, conversión y sanación interior
Casado con Marta Goenaga y padre de dos hijos, Amaia y Luca, Lorente afirma que la fe lo ayudó a mejorar como esposo, padre e hijo. Aunque su esposa no comparte su fe, han construido una familia basada en el amor mutuo.
Admite que aún le cuesta perdonarse. Una frase de san Agustín lo guía: “Sed vosotros mejores; vosotros sois el tiempo”. Fue justamente esa frase la que el Papa León XIV señaló en su primer mensaje a los medios de comunicación.
Y concluye con una convicción humilde: “Nunca alcanzaré la perfección, pero quiero hacer acciones perfectas, aunque sean pequeñas”.