Ir al contenido

El verdadero crecimiento del hombre

El hombre moderno, incluso el cristiano común, piensa que nace con una naturaleza inmutable, capaz, tal como se da por el nacimiento y el crecimiento físico, de cumplir un destino humano.

No puede haber mejor error para precipitarlo en la frustración y el infierno.

La verdad es otra muy distinta. Por nacimiento recibimos una naturaleza de una plasticidad inmensa. Más aún: La humana es la naturaleza más plástica del universo. Ni ángeles ni animales están abiertos como el hombre, a tanta posibilidad de realización o frustración; a todas las posibilidades de bien y de mal, a combinaciones casi infinitas e imprevisibles.

Por eso, sobre este ser extraño, -el humano-, complejo y nunca bien conocido, conviene pronunciar aquello de Chesterton: "sabes dónde comienza el mal; pero no sabes dónde termina", y lo otro de San Gregorio Magno: "Los placeres de la tierra atraen mientras no se conocen, pero una vez conocidos, hastían; los celestiales no atraen cuando no se conocen; pero una vez conocidos, arrebatan".

La suerte del hombre está en sus manos. Su primera tarea, de vida o muerte, que no admite tregua, es la de terminar de darse forma humana a si mismo... este es el terrible privilegio de nuestra libertad... La vergüenza y deshonra real no consiste en no tener hacienda o título, automóvil o traje pulido; sino en no poseer esas perfecciones que dan definición humana...

Los ojos ciegos de los hombres de todos los días no notan cómo, a pesar de la apariencia impecable de sus vestidos, se le desborda lo pobre de sus tendencias... Es que solo el virtuoso es verdadero hombre.

 

Autor:  Fray Mario José Petit de Murat O. P. (1908-1972)

El verdadero crecimiento del hombre
El Cristiano 26 de junio de 2025
Iniciar sesión dejar un comentario
Carta de Carlo Acutis a un profesor confundido